Autores: Alejandro Christian Luna y Vanesa Maiorana.
Publicado en Revista Uno Mismo. Febrero 2016
La Astrología se basa en la correspondencia entre el Cielo y la Tierra, entre lo que está “arriba” y lo que está “abajo”, entre los astros y nosotros. Teniendo en cuenta esta correspondencia, podemos considerar que somos una manifestación de las energías que estaban en el Universo, y particularmente en nuestro sistema solar, en el instante que nacimos. Conociendo las características de esas energías, podemos conocer las características de aquello que las encarna, es decir, lo que nace en ese instante dado.
El estudio de la Astrología es bastante complejo, porque comprender una carta natal es como comprender la vida misma, repleta de contradicciones y paradojas.
Conocer acerca de nosotros mismos es una tarea bastante compleja que requiere no solo poner nuestra energía en el camino de desarrollo personal, sino también aceptar el proceso normal de maduración de nuestra psiquis, y esto solo es posible con el paso del tiempo. Que el tiempo pase solamente no asegura que vamos a conocernos y madurar, pero es una condición necesaria para que se vayan asimilando diferentes cosas en diferentes momentos de la vida.
Poner la energía en un proceso de autoconocimiento, terapias, y trabajo personal, tampoco asegura la maduración y el crecimiento. Ni siquiera estas dos cosas juntas van a asegurarlo… hay algunos componentes que son bastante misteriosos y que tienen que ver con la evolución de la conciencia personal, que está también relacionada con la conciencia colectiva y los estadios de la evolución humana.
Adentrarse en el misterio
A pesar del aspecto misterioso y que tiene que ver con niveles del Alma y de la evolución que están fuera de nuestro control y posibilidad de manejo, nosotros tenemos la gran oportunidad de adentrarnos en el fascinante mundo de conocernos más. Los conocimientos acerca del inconsciente a los que cada vez tenemos más acceso, nos permiten ir cada vez más profundo en el conocimiento de la psique humana y de los misterios que ésta encierra acerca de la vida.
Cuanto más profundizamos en nosotros mismos, mayores posibilidades tendremos de vivir más plenamente, pero es necesario rendirnos y comprometernos con el proceso de crecimiento y evolución. Madurar es salir del egocéntrico y narcisista mundo del “yo” como centro que reclama desde sus necesidades individuales, tomando del entorno todo aquello que necesita, intentando modificarlo y controlarlo sistemáticamente. Madurar es abrirse a una comprensión de que lo que somos no está separado del entorno (que incluye el medio y los vínculos).
¿Qué sería entonces, en términos un poco más concretos, el camino personal, que nuestra conciencia evolucione y que nosotros maduremos? La respuesta a esta pregunta puede estar llena de contradicciones y no sería posible, por su complejidad, responderla en algunos párrafos de este texto. Sin embargo, lo acotaremos un poco y diremos que nuestra conciencia puede evolucionar si se combinan algunos elementos:
- Tener la capacidad y las herramientas para observarnos de una forma atenta y desapegada de aquello que quisiéramos ver de nosotros mismos.
- Sentir y al mismo tiempo comprender aquello que sentimos, teniendo la capacidad de movernos, de dejar los lugares fijos de identificación seguros en los que nos hemos consolidado.
- Considerarnos individuos que somos parte de un Universo mayor, como encarnaciones de una energía mucho más amplia y poderosa que lo que nosotros podemos llegar a ser, y entregarnos realmente a esa vida que fluye más allá de nosotros, a esa Alma del mundo de la cual somos parte.
- Estar centrados, observando con la mayor presencia posible cada instante, cada acción, pensamiento, sensación, sentimiento… y poder relacionarnos con ese gran proceso más amplio que es la vida.
Más sobre la consciencia
En un interesante documento que explicita la filosofía de la Fundación Columbia de Conciencia y Energía, podemos leer: “La mejor brújula hoy en día es la conciencia, el despertar de nuestro observador interno, para mantener una actitud de receptiva apertura, pero también reflexiva y alerta. Por eso, resulta tan imprescindible el trabajo para la transformación personal, tanto en el nivel físico, emocional, actitudinal, psicológico e intelectual, como en los niveles más sutiles, energéticos y espirituales”.
Se habla aquí de la conciencia como un observador interno. Este observador no es necesariamente fijo, es decir que puede cambiar la manera de percibir la realidad. Y cambiando el observador, cambia la realidad y cambia el mundo.
Esto significa que no habría un mundo dado de antemano, sino que el mundo que aparece ante nuestra observación está creado -en primer término- a partir de nuestra biología y sus límites perceptivos (la realidad se aparece muy diferente para un topo que para un águila), y por otro, por el significado que le damos al mundo a través nuestros condicionamientos sociales y culturales. Esta correspondencia observador/mundo es otra manera de ejemplificar la metáfora fundamental del hermetismo y la Astrología: “Como es arriba es abajo y como es adentro es afuera”.
La conciencia (como observador) es la que otorga significado al universo, pero se encuentra limitada a decodificar tan solo una parte del espectro total de la realidad, pues no solamente depende de la información que aportan los sentidos sino del grado de ampliación e integración que haya alcanzado.
La pregunta sincera es ¿el observador que soy ahora, desde qué nivel de conciencia observa? ¿Lo hace desde el ego o desde un nivel trans-egoico, holístico, sistémico o vincular?
La respuesta a esta pregunta es muy compleja, pero podemos intuir que la mayor parte del tiempo, es mucho más probable que estemos observando la realidad desde nuestro ego.
Herramientas de investigación
La Astrología y el análisis de la carta natal pueden acompañarnos en este proceso de la evolución de la conciencia y crecimiento personal.
Cuando empezamos a investigar y estudiar Astrología desde la dimensión del ego generalmente lo hacemos por tres motivos: para saber qué nos va a pasar, para saber qué nos conviene y para saber qué les conviene a los demás.
Desde la dimensión del yo, es inevitable que la “evolución de la conciencia” nos lleve a encontrar todo lo contrario de lo que buscamos, frustración, desilusión, golpes del destino, impotencia, tristeza, problemas vinculares, etc.
Si nos posicionamos en la dimensión del ego la Astrología también tiene sus grandes limitaciones. Desde este nivel, creemos que sabemos lo que somos y lo que nos conviene.
Pero la dimensión del ego no es la única. Hay algo que lo contiene, que lo abarca. Es la dimensión del Alma. Desde el nivel del Alma o del Sí mismo (según Jung), sabemos que no sabemos qué es lo mejor para nosotros. Cuando empezamos a diferenciar ambas dimensiones y a valorar las búsquedas del Alma, recién ahí comienza la evolución “en” la conciencia (que puede sentirse hasta violenta para nuestro ego). El Alma busca cosas muy distintas a lo que generalmente buscamos nosotros… y nos mete en líos…
El estudio de la Astrología incluye las dos dimensiones y nos va entrenando en la observación de ambos, y al observar, podemos incluir nuevos niveles de sensibilidad y de comprensión mientras vivimos. De todas maneras, no debemos caer en la ilusión de que la Astrología nos resuelve la vida.
Si el estudio de la Astrología por sí mismo garantizara la evolución de la conciencia, saber Astrología podría llevarnos a cierto tipo de iluminación, o a la idea de que tendríamos la vida resuelta, estando siempre encaminados, felices y serenos. Sin embargo, la vida está repleta de instantes felices, serenos y sensación de claridad, e instantes de tristeza, falta de calma y confusión, sepamos o no Astrología. Con conocimientos o sin conocimientos de Astrología, una persona puede observar desde el ego poco maduro, o bien puede estar en la búsqueda llena de anhelos, miedos y deseos de mejorar. Es decir, el estudio de la Astrología en sí mismo no elimina la dificultad de entregarse o de aceptar la realidad de su adentro/afuera.
Así y todo, saber Astrología hace una enorme diferencia, y aunque no sea el único factor, es un conocimiento que sutilmente va permitiéndonos ser cada vez más conscientes de nosotros mismos, es decir, nos ayuda sin duda alguna en la evolución de la conciencia.
Paradojas creativas
La vida está repleta de paradojas y el estudio de la Astrología las hace más visibles. El proceso no tiene una solución sino más bien es un camino de aprendizaje, donde los resultados no son lo verdaderamente importante. Claro que desde nuestro ego identificado con deseos personales, sí lo son. Con esto no queremos decir que los deseos personales no sean importantes, ya que muchas veces son el motor que nos lleva hacia adelante. Sin embargo, cuando hay logros asociados a ellos, el ego se fija, controla, y no permite que la vida siga fluyendo.
Las paradojas nos enfrentan con el conflicto y la contradicción. El tema es ver si podemos movernos a través de ellas sin buscar resolver nada. Allí donde la tensión se vuelve máxima, cada uno de nosotros encuentra un límite. Límite a la posibilidad de controlar y de decidir todas las variables. Límite a la capacidad de actuar bajo condiciones desconocidas e inciertas. Límite ante la posibilidad de planificar e imaginar un futuro. Pero de estos límites que tensionan y generan cierta sensación de caos, es desde donde surgen nuevas capacidades y habilidades que desconocíamos de nosotros mismos: una creatividad latente que solo puede expresarse en situaciones caóticas, porque son justamente parte de ese caos.
Cuando la vida está tan ordenada, cuando todo es previsible, cuando se puede aclarar la situación, cuando podemos decidir con comodidad, o bien estamos viviendo en una fantasía de lo que es la vida, controlando y dejando bajo la alfombra todo lo que no podemos controlar… o bien en nuestra vida falta Vida. Aquí algunas paradojas:
- La Astrología nos sirve para confirmar aquello que somos realmente y para descubrir que no somos lo que creemos ser.
- A través de la Astrología podemos reconfirmar la imagen que tenemos de nosotros mismos, y al mismo tiempo, la imagen que tenemos de nosotros mismos se rompe en mil pedazos.
- Para seguir el camino del Alma es necesario que el ego muera, que se diluya. Para expresar el camino del Alma, es necesario que el ego tenga entidad, es decir, que tengamos una identidad, un ego.
- Podemos ir tan profundo como queramos ir en el camino del autoconocimiento, llegar a nuestro límite y quedarnos ahí. Pero a medida que avanzamos en el camino, la vida nos lleva indefectiblemente a lugares desconocidos, aunque no queramos atravesar nuestros límites.
- Somos seres espirituales teniendo una experiencia terrenal, pero en verdad somos seres terrenales con experiencias espirituales.
- Sentir y tolerar el sentimiento sin necesitar comprenderlo, sin necesitar saber qué, ni para qué. Comprender tomando un poco de distancia del sentir, para poder resignificarlo, para ampliar la conciencia, para madurar.
Podemos seguir descubriendo paradojas, que presentan opuestos internos que parecen irreconciliables, pero que juntos danzan y se encuentran en otro plano donde la tensión es la semilla de la creatividad.
En busca de la integración
La síntesis entre el ego y el Sí mismo comienza a darse cuando no se disocia el sentir del pensar, la mente de las emociones o el cuerpo del Alma. Sentir que estamos hechos de la misma esencia de la que están hechas las estrellas, sabiendo que nuestra vida es un entramado perfecto dentro del Universo. Comprender que somos una manifestación de las energías que estaban en el Universo en el preciso instante en el que nacimos. Sentir que cada día, cada situación, cada dolor, cada inicio, cada hecho inesperado, cada vínculo, cada proceso, cada minuto, cada oportunidad, se corresponde con aquello que somos. Entregarnos al fluir de la vida, sabiendo que el Universo nos contiene amorosamente y que nada de lo que nos pasa nos es ajeno. Comprender lo que nos dice el cielo, para hacernos más responsables aún de nuestra propia vida. Sentir que el destino no es otra cosa que la maravillosa oportunidad de integrar el potencial que llevamos dentro. Comprender que está en nosotros aprovechar lo que cada vínculo nos trae como información acerca de nosotros mismos, y que cada situación es la oportunidad para crecer.
La Astrología nos guía en este gran camino de aprendizaje que es la Vida. De su mano, podemos entregarnos al Gran Misterio y dejarnos transformar, porque todo lo que somos y lo que podemos llegar a ser, está deseando manifestarse.
La complejidad está en poder vivir y observar desde diferentes planos de la existencia: desde el plano concreto, terrenal, de la vida diaria y de las cosas más simples del día a día, y desde el plano simbólico, plano del Alma, de los procesos más internos y profundos. En el sentir y el comprender, en el ser dueños de la propia vida y entregarnos a la totalidad.
La espiritualidad se manifiesta en la vida concreta, no se trata de iluminarnos y dejar de tener problemas mundanos. Se trata de vivir con los pies en la Tierra y el Alma conectada al Cielo.
Mas ande otro criollo pasa Martín Fierro ha de pasar, Nada la hace recular Ni las fantasmas lo espantan; Y dende que todos cantan Yo también quiero cantar.