Nota publicada en Revista Uno Mismo. Diciembre 2011
Por Alejandro Christian Luna.

¿Qué es la Astrología? Pasan los años, las décadas, los siglos, y sigue sin haber un consenso general acerca de lo que la Astrología es. Y si todavía ni siquiera los astrólogos podemos definirla en forma terminante, al menos quisiera comentar lo que la Astrología no es. No es una ciencia, no es una técnica, no es una terapia, no es una filosofía, no es una creencia, no es una religión. En realidad es una mezcla de todo lo anterior más algo más que se escapa… y se escapa porque se trata de algo vivo, y por lo tanto es cambiante e impredecible.

En todo caso, ¿cuáles son los fundamentos por los cuales esta Astrología del siglo XXI parece gozar de tan buena salud? Ella descansa en cinco intuiciones primordiales:

1) Como es arriba es abajo.

2) Como es adentro es afuera.

3) Energía = Conciencia + Destino.

4) Tú eres eso.

5) Habitamos un universo ordenado, con belleza y significado.

Los dos primeros axiomas son parte de una antiquísima filosofía de origen egipcio: el  hermetismo. Su nombre viene del sabio Thot-Hermes, más conocido como Hermes Trismegisto (el tres veces grande), una figura mezcla de mito y realidad. Las obras atribuidas a Thot-Hermes son numerosas, hay obras prácticas de Astrología y Alquimia, como el Liber Hermetis, el Picatrix y la Tabla Esmeralda. El hermetismo reflejaba una tradición filosófica diametralmente opuesta al hegemónico racionalismo aristotélico de la época; era más un cuerpo místico de doctrinas, una forma mística de pensamiento que ensalzaba la experiencia numinosa, el contacto directo con lo sagrado.

1) Como es arriba es abajo.

Remite al principio de correspondencia, donde los movimientos de los planetas a través de los signos, la relación entre el Sol, la Luna y la Tierra, y hasta el lento movimiento de la precesión de los equinoccios reflejan simbólicamente el acontecer de lo que ocurre en nuestro planeta a nivel personal y colectivo. Utilizando un lenguaje más actual, los diseños fractales de la naturaleza relacionan diferentes dimensiones de la realidad que mantienen un isomorfismo (una misma forma o estructura). Esto significa que el estudio de una estructura – el cielo- puede reducirse al de la otra -la Tierra- mediante analogías basadas en la asunción de que dos cosas son la misma en algunos aspectos, aquellos sobre los que está hecha la comparación.

La carta natal de personas o países, los tránsitos planetarios, los complejos arquetípicos ligados al simbolismo de signos y planetas, etc., son parte del núcleo de sabiduría propio de la Astrología, y forman la base teórico-práctica desde donde ésta se hace efectiva. Cada

momento tiene una cualidad específica y las correspondencias arriba/abajo lo muestran. Todo el tiempo la Astrología enseña que la realidad tiene una estructura fractal.

2) Como es adentro es afuera.

También es una forma de correspondencia propia de la filosofía hermética, pero digamos que ahora nos toca mucho más de cerca. Es la constancia de que todo aquello que me ocurre está íntimamente ligado con lo que soy. Que la Astrología realmente “nos conste” implica un tremendo (y necesario) golpe al ego, de lo contrario es otra de las tantas cosas que se saben, se leen, se estudian y se graban en memoria (acumulando más y más información), pero que no implica una transformación del ser. Darse cuenta de esto es aceptar que todo lo que me pasa tiene que ver conmigo.

3) Energía = Conciencia + Destino.

Esta ecuación quiere decir que toda la energía astral de alguna manera siempre está alrededor de uno. Todo aquello que soy pero que no soy consciente aparecerá en mi vida como destino. Me ocurrirán las cosas que correspondan de acuerdo a mi propia carta y de cuán alejada está mi conciencia de esta estructura astrológica natal que soy. Aquí se torna fundamental el trabajo con la propia sombra, o sea, con lo desconocido de mi mismo, pues mi sombra será proyectada sobre alguien más, generando un cierto tipo de destino. La carta

solamente indica un potencial cuya actualización o no, dependerá de mi sintonía momento a momento. Y esto también es un formidable ataque al ego, pues ahora se torna imposible separar al yo de lo que le pasa, tan imposible como separar al rojo del amarillo una vez que se unieron para hacer el naranja. A partir de la carta astral, dime con qué te identificas (luz) y te diré qué tipo de experiencias tendrás que vivir por destino (sombra).

4) Tú eres eso. (Tat vam asi)

Es una antiquísima frase hindú del Chiandogya Upanishad que justamente apunta a la unidad de las cosas que aparecen fragmentadas en el plano de realidad en que nos movemos habitualmente. Es la capacidad de sentir en cada célula del cuerpo que la otredad es constitutiva de mi ser, que el otro soy yo y que en una dimensión más profunda, la distinción entre sujeto y objeto se revela como ilusoria. Todo es vínculo, todo es relación. Y todos los seres compartimos la misma naturaleza vital.

La propia carta natal es parte de una red infinita de cartas natales donde aparecen reflejados nuestros vínculos, y los vínculos de nuestros vínculos. Es altamente improbable que quien viva “astrológicamente” no se vea transformado de una u otra manera. Si el proceso va bien, el contacto sostenido nos transforma en verdaderos alquimistas, siendo nosotros mismos la materia prima a ser transformada en oro. Si el proceso no es efectivo, lejos de transformarnos, nos serviremos de la Astrología para intentar conseguir nuestros objetivos personales, generandonos ansiedad, miedo al futuro, una velada sensación de omnipotencia, rigidez, actitud prejuiciosa, etc.

5) Habitamos un universo ordenado, con belleza y significado.

Desde la intuición pitagórica acerca de la armonía de las esferas hasta los descubrimientos revolucionarios de Johannes Kepler en el siglo XVII, la ciencia una y otra vez demuestra que hay un orden matemático en la naturaleza. Pero lo que no es tan evidente es que la belleza y la armonía forman parte de la lógica matemática. Las órbitas de los planetas, su velocidad, sus posiciones relativas, etc., son totalmente predecibles y están codificadas en las efemérides planetarias que todos los astrólogos utilizamos. A la belleza se le suma el significado que tienen para el humano estas posiciones y movimientos predeterminados, agregando una dimensión más (la simbólica) a la mera información posicional que las efemérides brindan. A la Astrología le cabe dar cuenta de la unidad entre cosmos y mente.

Es el tipo o nivel de conciencia alcanzado (entendiendo por conciencia no solamente lo cognitivo sino la integridad cuerpo / emociones / pensamiento / alma) el que dará un significado diferente a cada experiencia. Así un tránsito de Saturno por ejemplo, puede ser vivido como un castigo, una maldición, un incordio, una crisis que hay que atravesar o una gran oportunidad para por fin madurar. Dependiendo cómo la conciencia signifique las experiencias, el destino abrirá ciertas puertas y cerrará otras.

Todo respira al unísono solía decir Plotino, y desde las más lejanas galaxias hasta la más ínfima partícula subatómica, la respiración del cosmos atraviesa todo; y también las fútiles acciones que cometemos los humanos. Acaso proponer estas cinco “intuiciones” no deja de ser otro inútil aunque necesario accionar; es un intento de transmitir experiencias compartidas de enorme plenitud y agradecimiento a la vida, un acto casi impersonal e involuntario, que proviene de la capacidad de tomar contacto con algo tremendamente intenso y amoroso a la vez.

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