Nota publicada en la Revista Uno Mismo. Octubre 2010
Por Alejandro Christian Luna

El pensamiento de Carl Gustav Jung ha tenido para la Astrología moderna un efecto importantísimo, especialmente para su renacimiento a partir de la segunda mitad del siglo XX. La nueva Astrología psicológica comprendió por un lado una verdadera revolución y vitalización, y por otro una legitimación ante cierta parte de la opinión pública (al menos para las mentes más abiertas) de esta antiquísima disciplina, ligada tanto con el esoterismo como con la charlatanería.

 

De la vasta producción junguiana, los conceptos de “proceso de individuación” y “Sí Mismo” quizás representan la cumbre teórico-práctica de cómo la psicología en Occidente contacta con el nivel espiritual y metafísico (generalmente relacionado con las búsquedas filosóficas de Oriente).

 

Individuación y Sí Mismo son temáticas de una estructura natal eminentemente leonina -como la de Jung- y llevadas a sus últimas consecuencias. Remiten a un foco puntual de conciencia y a un centro irradiante transpersonal al que se tiene que llegar a través de un proceso de autodescubrimiento. Durante este proceso tendré que ser capaz de integrar mis partes masculinas, femeninas y sobre todo la sombra.

 

Este Sí Mismo remite a la identidad trascendental de cada persona, lo que muchos denominan el verdadero Yo, o Yo Superior. En el modelo ovoidal de la psique desarrollado por Roberto Assagioli (que era Piscis con Ascendente Cáncer), este Yo superior corona todo el proceso de psicosíntesis, logrando que nuestra más pedestre conciencia pueda identificarse con el Ser inmortal. La carta astral como un todo y en sus múltiples niveles, sería el símbolo astrológico del Yo Superior. Indica el orden implícito (el “orden implicado” que postulaba el físico David Bohm) donde se encuentra el potencial total de los doce signos, los planetas y sus aspectos, luminarias, asteroides, las Casas, nodos y todo lo que pueda representarse en un mapa astrológico. Pero en verdad, la esencia del mandala natal se encuentra en su centro vacío, un núcleo que genera las infinitas variaciones externas (orden explicado) que es la dinámica de la propia vida. Este Yo Superior es el paradojal espacio donde lo vacío y lo lleno se unen, donde lo universal y lo personal se interpenetran constantemente.

 

Como sabemos, la Astrología occidental es principalmente una Astrología solar, cosa que también puede relacionarse con la idea esotérica de Sol Espiritual o metafísico y sol físico; sería otra manera de indicar la relación entre Yo Superior y yo consciente, iguales en esencia pero diferentes en grado. Para el esoterismo occidental y para cierta línea del budismo, hay una Luz divina manifestada como Sol Espiritual, el Sol de soles. Esta Luz es la que nos eleva al mundo divino. El Sol Espiritual se considera la meta del sendero iniciático y se corresponde con lo que muchas religiones llaman Dios. Sin embargo el Sol Espiritual no es ningún Dios externo o inventado por el hombre, sino que es su propio estado original y puro, su propia naturaleza divina y eterna, que se hará presente en la Iluminación.

 

A esta altura resulta notorio que los modelos de Jung y Assagioli provienen de un paradigma solar/leonino pero también lunar/canceriano, es decir, “individualista” y “autocontenido” (pues el yo es un símbolo de Leo y el huevo psíquico es un símbolo de Cáncer). Parece necesario entonces contrastarlo con un modelo más ecológico y en red (acuariano). Que es individualista queda evidenciado al definir campos como yo, Yo Superior, Yo Testigo, Sí Mismo, etc. Sin embargo, el modelo ovoide se encuentra imbricado en una red infinita, donde funciona como un nodo interactivo. Es decir, cada huevo, cada psique individual, se forma a partir de la condensación de un campo vincular, estando necesariamente relacionado con todo lo demás. A fin de cuentas, Leo/Acuario es una polaridad, (y justamente Jung era Leo con Ascendente Acuario).

Tal vez ha llegado el momento de reconsiderar el concepto de Sí mismo, pues desde el punto de vista de Acuario aparece insuficiente y fragmentario. Eugenio Carutti por ejemplo, habla de “Sí Mismo vincular” en el sentido de apuntar a un procesamiento de información desde el vínculo en sí y no a partir de los intereses parciales de quienes se vinculan. Desde esta mirada habría dos maneras opuestas y complementarias de acceder a las dimensiones transpersonales: Sí Mismo y Sí Mismo vincular. El cuadro siguiente nos permite comparar rápidamente sus cualidades y diferencias (ver cuadro).

 

Estas serían al menos dos de las vías de acceso a una realidad multidimensional que está más allá del registro yoico personal. También podemos considerarlo en términos gramaticales como la realidad vista desde la primera persona (yo), desde la segunda persona (tú) y desde la segunda persona del plural (nosotros). Es decir, acceder a las realidades materiales y espirituales desde el yo o el Yo Superior no deja de ser algo fragmentario e incompleto, pues desde lo vincular la perspectiva cambia, se complejiza y fructifica dando otra cualidad de experiencias… mucho más amorosa diría.

Sí Mismo

Foco en el yo.
Creativo.
Trascendente
Nodo
Sujeto/Objeto
Singular
Estrella
Partícula
Cosmos heliocéntrico
Centrado
Experiencias subjetivas transpersonales
Cáncer/Leo

Sí Mismo vincular

Foco en el campo vincular
Co-creativo
Inmanente
Red
Participativo/Grupal
Plural
Constelación
Onda
Cosmos Omnicéntrico
Descentrado
Participación en eventos transpersonales
Acuario

 

Ahora podemos entender a Martin Buber cuando afirmaba que el espíritu no está en el yo sino entre el tú y el yo. No es como la sangre que circula dentro de nosotros, sino como el aire que respiramos entre todos. Gianni Vattimo, filósofo y político italiano, también nos advierte:

Cuando Jesús dice Yo estoy presente cuando dos o tres de ustedes se reúnen en mi nombre, no lo hace para decir que Dios está presente incluso de esta manera. Significa que Dios está presente sólo de esta manera, en la cara del otro, en el encuentro”. Por último cito a Joan Halifax: “dudo si llamarme a mi misma espiritual… siento que lo espiritual fluye entre los seres, ya sean humanos u otros”.

En el mundillo de la (pseudo)espiritualidad, el ego o el yo muchas veces es acusado como el culpable de todos nuestros males y no quisiera que se me malinterprete. En general no valoramos lo suficiente la función que tiene dentro del sistema mayor que lo trasciende. Pero sin advertirlo y muy sombríamente, el vilipendiado yo personal se transforma en el anhelado Yo Superior o Sí Mismo Superior. Seguimos vibrando en la frecuencia Cáncer/Leo (que tampoco está mal) pero no pasamos a la de Acuario… y menos aún a la de Piscis, la de la compasión y el amor universal presente en toda la creación.

Podemos aprovechar la carta natal como una dadora constante de coordenadas que nos permiten ir navegando por ese océano infinito, llamado Sí Mismo vincular, y a la que podemos ir una y otra vez para resignificar las experiencias compartidas que surgen a nuestro paso. Acceder al Sí Mismo vincular implica dejar atrás el narcisismo espiritual y la trampa de un ego engrandecido creyendo ser humilde y autosuficiente. Habilita que grupos y pequeñas sociedades poco a poco vayan tejiendo un trama donde pueda circular, con las menores trabas, esa inteligencia amorosa de la que formamos parte. Así percibiremos con todo el ser lo que una vez compartía una amiga, algo que ella dudaba con su mente pero sabía en su corazón: “…en este universo, parece que hay amor…”

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