Autores: Alejandro Christian Luna y Vanesa Maiorana.

Publicado en Revista Uno Mismo. Noviembre 2015

Los tres planetas transpersonales (Urano, Neptuno y Plutón) representan funciones psíquicas que en principio no pertenecen a una conciencia individual o egoica, sino que son energías potentes que operan en planos sutiles y que están más allá de lo que consideramos como propio o personal. Estos planetas se encuentran más allá de los límites de Saturno, y por lo tanto de los “límites” que definen la forma que nos hace individuos.

A pesar de ser transpersonales, por estar en el sistema Solar, tienen su correspondencia en la psiquis de cada uno de nosotros, y operan en nuestra vida.

Podríamos decir que las funciones de estos tres planetas es difícil de asimilar, y la experimentación con ellas puede ser sumamente perturbadora. Especialmente cuando no hemos desarrollado una identidad sólida o estable, la vivencia de estas energías en su mejor expresión no es posible sino a través de situaciones y escenas que tal vez sobrepasen nuestra comprensión o nuestra capacidad de tolerancia, y por ello tendemos a negarlas, reprimirlas y proyectarlas en el afuera

Cuando maduramos, el desarrollo de la estructura corporal y psíquica, va permitiendo elaborar estas energías de forma tal que dejamos de observarlas como externas y amenazantes para nosotros, y las empezamos a reconocer dentro de nosotros. Mejor dicho… podemos empezar a reconocer cómo estas energías nos atraviesan sin que podamos cerrarles la puerta.  Según cuán madura y sólida es nuestra estructura (Saturno), tanto física como psíquica, más posibilidades tendremos de aceptar lo que nos proponen, transformándonos en canales, siendo portadores de cualidades que están más allá de las capacidades humanas estándar.

Urano

La función de Urano es romper con límites, modelos y estructuras, dando libertad a un sistema.

Cuando hablamos de Urano, estamos hablando de cualidades creativas, de la verdadera libertad, de lo que es diferente a todo lo que existe. Dejar lugar a cosas nuevas es algo que nos puede asustar mucho, porque en general tendemos a quedarnos con lo conocido, retener lo que nos da seguridad y como dice el dicho “mejor quedarse con lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Todos sentimos esta inercia que nos lleva a no querer cambiar, a no dejar entrar lo nuevo en nuestra vida. Lo creativo y lo nuevo generan mucha adrenalina porque al mismo tiempo nos atrae. Nos gustan estas cualidades cuando las pensamos desde el plano mental, nos encanta pensar en cosas nuevas, pero vivirlas en la vida real no es tan sencillo.

Lo mismo ocurre con la libertad. La verdadera libertad no es fácil de tolerar. Porque tendemos a vivir creando vínculos donde hay dependencia. Creamos dependencia de ciertos lugares, actividades, trabajos, al punto de que muchas veces estos lugares ya no nos interesan, no nos incentivan, no nos atraen, pero igual seguimos en ellos solo por la dificultad de desapegarnos.

Con los vínculos la cosa se pone más complicada aún. Porque al ser mamíferos, todos necesitamos de un otro para sobrevivir en el principio de la vida. Sin un otro que nos de alimento, calor, cuidado y amor, no podemos vivir. Por lo tanto, el vínculo primario implica una dependencia vital. Por eso la vivencia de Urano en el principio de la vida es imposible de experiementar en su esencia. Cuando crecemos y construimos una estructura más sólida, sí podemos dejar entrar a Urano en su esencia más pura, pero esto es sumamente difícil. La libertad que propone Urano implica ser responsable de uno mismo y para ello empezamos a necesitar a Saturno con su función estructurante. Para dejar entrar a Urano necesitamos a Saturno. Para ser libres, necesitamos madurar. Para ser libres necesitamos darnos cuenta de las dependencias que creamos con otros, y principalmente, necesitamos aceptar que no somos realmente libres. Aceptar que no somos libres es angustiante porque anhelamos la libertad pero no sabemos vivir en ella porque justamente tenemos que aprender a hacerlo, no nacemos libres.. Para ser libres tenemos que ser conscientes de los condicionamientos que tomamos del afuera. Estos condicionamientos son heredados muchas veces de los modelos sociales y familiares (ya con estos tenemos para entretenernos!!) Y también hay condicionamientos que tomamos de aquellos con los que interactuamos, de las comunidades a las que pertenecemos, de los maestros que encontramos en la vida, etc. Entendemos condicionamiento como algo que condiciona nuestro accionar, es decir, que opera por encima del deseo y necesidades propias, que proviene generalmente de niveles inconscientes, es decir que uno no se da cuenta que está accionando con esas reglas o modelos implícitos. Libertad implica responsabilidad. Hacerse cargo de la propia vida trae como regalo la libertad.

Plutón

La función de Plutón es la de vitalizar un sistema.

Dar vitalidad a un sistema implica renovar algo en él. Y renovar algo implica sacar o destruir algo que ya no es necesario, o no es funcional o no es vital para ese sistema. La vida en la Tierra está repleta de sistemas que se revitalizan todo el tiempo y lo vemos como algo natural: los árboles pierden sus hojas en otoño y se llenan de brotes en primavera, las células de nuestro cuerpo se van muriendo y van naciendo nuevas.

La vida y la renovación necesitan de la muerte para que la energía circule. Comprendido de esta manera, la función de Plutón que incluye la muerte, no nos genera ningún problema de aceptación. Sin embargo, cuando se trata de la muerte de seres queridos, del fin de ciclos de vida llenos de recuerdos, del fin de ciertas formas de relaciones, o de pertenencia a lugares que nos han dado seguridad, la función de Plutón se vuelve aterradora. Y se vuelve aterradora porque Plutón no pide permiso. Plutón, que es una función interna psíquica, opera por sí mismo sin que uno pueda controlarla a través del deseo personal y necesidades de una cierta identidad.

Para poder dar vitalidad, Plutón se presenta a veces con violenta intensidad. No es posible renovar un sistema que está desvitalizado, con una función que opera superficialmente. Por eso es necesario ir hacia lo más profundo, para sacar de raíz lo que ya no sirve, para inyectar energía vital allí donde puede ser distribuida a todo el sistema. Y por eso Plutón nos pone de cara a la transformación a través del dolor, el desgarro, la muerte y el encuentro con la sombra.

La función plutoniana se experimenta principalmente a través de situaciones dolorosas, desgarradoras y que movilizan toda la estructura de la personalidad. Cuando tenemos más estructura, estamos en condiciones de experimentar la intensidad plutoniana dentro de nosotros. ¿Y qué significa esto? que si conscientemente ponemos el cuerpo a la experiencia de Plutón (entendiendo como cuerpo el sistema íntegro que incluye las emociones y la mente), podremos experimentar también su tremenda intensidad y vitalidad, ya no como algo externo que me pone frente a esta intensidad, sino como la vitalidad misma emanando del propio ser.

Neptuno

La función de Neptuno es la de sensibilizar un sistema.

Un sistema tiene conexión con el exterior a través de lo que le permite captar información de su entorno y a través de las acciones que realiza modificando o afectando a ese entorno. Estos canales de comunicación pueden ser más o menos permeables, pueden estar más o menos abiertos, pueden ser más o menos sensibles.

Si un sistema estuviera abierto y receptivo a su entorno, todo el tiempo y en los niveles más altos, es muy probable que este sistema se desestabilice fácilmente, ya que la información que le llega puede ser contradictoria y generar demasiada confusión, o generar emociones muy profundas difíciles de procesar. Por eso, un sistema va aprendiendo a cerrarse para proteger su integridad. Si esos canales se cierran por completo, el sistema construirá una coraza más que un límite de protección, es decir, los límites serán demasiado rígidos y no permitirán entrar información que sí es necesaria para el momento particular.

Cuando una persona tiene desarrollada su estructura física y psíquica, estará en mejores condiciones de tolerar y procesar la información del exterior y desde su propio interior, aún cuando ésta sea contradictoria. La capacidad de tolerar la información contradictoria tiene que ver con la capacidad de sostén y de enraizar que provee Saturno.

Saturno, ponerle el cuerpo a la experiencia transpersonal

Cuanto más enraizado (conectado a la Tierra) está un cuerpo, más preparado estará para tolerar la incertidumbre y lo nuevo de Urano, la intensidad y la potencia de Plutón, la sensibilidad y la información sutil contradictoria de Neptuno.

En estos últimos años el planeta estuvo bajo la cuadratura de Urano y Plutón, aspecto tenso que paulatinamente va a ir perdiendo potencia, para pasar a una nueva fase. Lo que nos estuvo proponiendo esta tensión entre Urano y Plutón, fue un tiempo de conflicto con lo viejo, necesidad de cambios profundos, dolorosos pero revitalizantes y liberadores. Urano y Plutón como funciones psíquicas, nos han invitado a cuestionar y desafiar todas las formas que han sostenido hasta ahora nuestra identidad, los modelos y los criterios que nos han servido para construir y sostener las formas actuales. Formas familiares, vinculares, laborales, vocacionales. Habiendo atravesado miedos, senderos oscuros, tensiones, conflictos e incertidumbres, Urano y Plutón en cuadratura en los últimos años,  generaron una pulsión tan fuerte dentro de nosotros, que aún nos dan la oportunidad de transformarnos para ir hacia una vida más abundante, plena, llena de vitalidad y verdadera libertad.

Actualmente se empieza a activar una nueva cuadratura relacionada a la energía transpersonal: Saturno en Sagitario en tensión con Neptuno en Piscis.

Saturno define los bordes y los límites. Sin Saturno como función psíquica interna, probablemente no podríamos tener la capacidad de detectar, definir y percibir “cosas”.

Saturno otorga estructura a la forma. Sin Saturno como función psíquica, no podríamos percibir, construir y tener formas. Y si no tuviéramos la función de Saturno ¿cómo percibiríamos la realidad? ¿Nos veríamos como cuerpos con forma que tienen una estructura con cierta firmeza que nos mantiene y nos permite desplazarnos? ¿Qué veríamos si no tuviéramos a Saturno? ¿Veríamos campos energéticos con diferentes niveles de vibración, o directamente no podríamos observar nada de lo que somos y lo que nos rodea?

Neptuno diluye la forma y los bordes. En realidad Neptuno diluye nuestra percepción de la forma y los bordes. Neptuno como función psíquica nos permite ver todo como parte de lo mismo. Mi cuerpo deja de ser “mi” cuerpo para ser un campo de energía entrelazado a los múltiples campos de energía. Es más, si diluimos más y más, tampoco existen los campos de energía en sí sino que todo sería un océano energético con diferentes densidades y vibraciones, y no podríamos determinar que cierta parte del campo pertenece a algo en particular. Todo es parte del todo y nada más. Nada es parte de una parte.

Las funciones psíquicas de Saturno y Neptuno conviven en nosotros. Conviven entonces diferentes maneras de percibir la existencia. Una de estas maneras es a través de captar formas interrelacionadas con niveles más o menos sutiles de bordes. Otra de estas maneras es a través de captar la existencia como un Todo que no es posible dividir. Ya vemos que nos resulta difícil definir e interpretar lo que es la realidad. Existirán tantas realidades como observadores haya… ya que la forma de articular estas funciones es única en cada uno de nosotros. Y eso si consideramos “cada uno de nosotros” desde un punto de vista saturnino, y así poder decir que cada uno de nosotros es algo separado del todo.

¿Qué nos ofrece esta cuadratura, esta tensión entre las funciones de Saturno y Neptuno?

Nos están permitiendo cuestionar nuestra forma de ver los límites que nos separan de los otros, nos llevan a comprender que los límites que nos separan de los demás, tienen que ver con nuestra capacidad de captar nuevos niveles de vibraciones.  Por ejemplo, si creo que mi cuerpo termina donde puedo captar la piel, estaré observando mi cuerpo con cierto nivel de vibraciones, o sea, captando los niveles más densos de la energía, aquellos que se pueden percibir como materia. Pero si puedo captar otros niveles de vibración, podré darme cuenta que yo no termino donde creo que termina mi piel sino que yo me extiendo mucho más allá. Y esa extensión puede llegar tan lejos como yo haya ampliado mi consciencia, mi sensibilidad, e incluso hasta donde yo dirija mi energía. Puede que yo me extienda tan lejos como esté un ser querido, que mi cuerpo energético (astral) llegue hasta esa persona, sin importar qué tan lejos esté.

Esta cuadratura también nos ofrece la oportunidad de dar forma a nuevos niveles de sensibilidad, y cuanta sensibilidad seremos capaces de portar dependerá de cuanto más podemos ver y percibir acerca de nosotros mismos. Si hemos construido muchas barreras como protección a los sentimientos, nuestra estructura se sostendrá en formas rígidas. Si hacemos un proceso de dejar que se diluyan las barreras (Neptuno/Saturno), nuestra estructura será aún más y más sensible, pero no por eso más débil. Todo lo contrario, la inclusión de niveles de sensibilidad hace la estructura más sólida, más integrada.

La inclusión de niveles de sensibilidad se refiere tanto a nosotros como a los otros, es que no hay adentro sin afuera, y viceversa. Si puedo tomar contacto con mi sensibilidad, si puedo captar mi emocionalidad, también seré capaz de tomar contacto con la sensibilidad y emocionalidad de los otros. Lo complejo es que la disolución de los límites que nos separan de los otros, no genere una pérdida de estructura. Es decir… si abrimos las barreras, podemos perdernos en los otros y perder contacto con nuestras propias necesidades emocionales. Saturno no puede diluirse por completo ya que la estructura tiene la función de sostener. Por eso es fundamental Saturno para consolidar nuestras raíces y abrirnos al cielo de lo transpersonal, que, después de todo, están inextricablemente unidos.

 


En los próximos meses podemos aprovechar para estar atentos a lo que define nuestra realidad, a la forma en que nos vemos a nosotros mismos inmersos en ella, a las realidades alternativas que vienen a nosotros a través de los demás (que también son reales), a los significados que le damos a las cosas y a los hechos. Estar atentos a las posibles burbujas ilusorias que construimos, y a tomar conciencia de nuestras necesidades de construir ilusiones para no ver, aceptar o tomar responsabilidad en la vida. También observar con sinceridad las corazas que construimos para protegernos de nuestra propia sensibilidad. En lugar de fortalecer las corazas, empezar a trabajar en la fortaleza y en la solidez de la estructura que está adentro, para tolerar mayores niveles de sensibilidad que nos permitan sintonizar y empatizar con los otros.

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