Nota publicada en Revista Uno Mismo.
Marzo 2016


La identidad, construida en función de nuestro entorno, de los condicionamientos, de lo que es valorado y de lo que se espera de nosotros, configura una imagen acerca de nosotros mismos. Somos según lo que se espera de nosotros, según lo que nos da seguridad y de lo que aceptamos y valoramos. Pero esa imagen, no puede incluir todo lo que somos realmente, ya que nuestro Ser es mucho más complejo. Y así es como las partes no integradas y no expresadas conforman lo que llamamos la sombra: quedan fuera de lo que definimos como identidad.

Siempre decimos que estudio de la carta natal nos lleva a niveles de conocimiento acerca de nosotros mismos que probablemente antes no teníamos. Este conocimiento permite ampliar esta idea de lo que somos, integrar cualidades no expresadas, descubrir cualidades desconocidas. Es decir, nos permite cuestionar la identidad e integrar la sombra.

En la carta natal, los planetas como funciones psicológicas y sus cualidades según los signos y casas en los que se encuentran, las afinidades energéticas y las relaciones (fluidas o tensas) entre ellos,  nos permiten tener una especie de mapa de los personajes internos que nos habitan. 

También el estudio de los ciclos de la vida y de los tránsitos planetarios que activan esos personajes en diferentes momentos, nos permiten poco a poco ir integrando diferentes partes de nosotros mismos. Lo que no hemos visto nunca, de repente se presenta con mucha claridad y nos pone de frente a un aprendizaje nuevo: aceptar que también somos eso que nunca creímos que éramos. 

Así por ejemplo, alguien puede definirse “yo soy muy tranquilo, no pierdo casi nunca la paciencia, pero eso sí….cuando la pierdo, cuando me enojo, exploto, no soy yo! Soy otro!” . Lo más probable es que en la carta natal de esa persona, encontremos al personaje tranquilo y paciente, y al personaje agresivo explosivo. El astrólogo le dirá entonces que es importante reconocer su lado agresivo, no sólo como parte de un proceso de aceptación e integración, sino porque además ese personaje etiquetado de negativo (y por lo tanto no aceptado), esconde grandes tesoros para la persona que al ser integrados empiezan a formar parte del poder personal. 

Lo interesante es que en la carta natal, además de observar que la identidad es fija y limitada, también podemos hacer hipótesis sobre lo difícil que puede resultar cuestionarla. 

Por ejemplo si tenemos mucho Tauro podemos prever que nos van a costar mucho los cambios, si tenemos mucho Cáncer podemos tener tendencia a quedarnos en el mundo interno o cerrado que hemos construido, si tenemos mucho Capricornio nos costará romper estructuras que nos dieron seguridad, si tenemos mucho Leo estará muy valorada la imagen de nosotros mismos y será difícil de cuestionar, con mucho Sagitario tal vez neguemos la realidad que pide cambios, con mucho Escorpio querremos tener todo bajo control creyendo que podemos manejar todo lo que nos va a ocurrir. Por lo tanto no se trata solo de saber que nuestra identidad es fija, sino también de saber que nos puede costar mucho cuestionarla. Y aún en los momentos de cuestionamientos profundos, cambios estructurales, y transformaciones intensas, que conocemos a través de tránsitos y ciclos, puede que la identidad fija se defienda de toda transformación posible. 

Así, cuando se habla de que la Astrología aporta mucho a la evolución de la conciencia, que nos ayuda a llegar a la esencia de lo que somos, podemos tener la creencia de que el proceso de autoconocimiento nos transformará mágicamente de oruga peluda a etérea mariposa. Creemos que el quid de la cuestión es ser cada vez más y más conscientes. 

Esto es un poco asì….pero no se trata solo de conocer la carta natal, ni siquiera para saber dificil que nos resulta cuestionar lo que somos. Para ser más conscientes, necesitamos mayores niveles de sensibilidad que nos permitan captar información más sutil, tanto de nosotros mismos como de los demás y de nuestro entorno. Estos niveles de sensibilidad nos llevan inevitablemente a sentir más y a experimentar de forma más intensa emociones tanto agradables como incómodas. Por eso es que involucrarnos con la Astrología y tomar conciencia no nos hace necesariamente más felices, sino más bien más sensibles a todas las emociones.  

Y a veces estos niveles sólo pueden accederse en momentos de crisis, cuando pareciera que el destino nos pone a prueba con situaciones donde no sirve más nuestra forma de percibir la realidad. ¡¡El destino!! cuando estudiamos astrología, sabemos muy bien que el destino no es algo externo. Por más duro que sea lo que nos toca vivir, siempre es el Sí mismo, el representante del Alma, que pulsa para expresarse. El Sí mismo no tiene compasión por el ego ni por las identidades que nos dan seguridad. El Sí mismo puede ser muy violento, porque la violencia es necesaria para todo cambio, para el inicio de algo realmente nuevo y diferente, para romper todo lo que esté fijo y cristalizado. La violencia del Sí mismo es necesaria para salir del estado de adormecimiento crónico. 

La violencia del Sí mismo

En el proceso de autoconocimiento nos enfrentamos con situaciones que nos sacan de nuestra zona de comodidad y parecería que no podemos escapar de ellas. Es en este sentido que decimos que el proceso de individuación puede sentirse violento.

El proceso estará lleno de incomodidades, por ejemplo, culpas, miedos, ansiedad, etc. Culpa por no cumplir con aquello que implícitamente ha definido hasta el momento lo que está bien y lo que está mal. Si hacemos algo considerado como malo, nos sentimos culpables, y sentirnos culpables alivia la carga, porque somos menos malos si sentimos culpa. Para elaborar la culpa es necesario hacerse responsable del hecho o bien cuestionar el juicio de valor con el cual medimos nuestro comportamiento.

El problema de la culpa es bastante común cuando empezamos a recorrer nuestro propio camino y comenzamos a escuchar nuestro corazón, para lo cual no queda otra que desafiar los supuestos en los que se basan nuestros comportamientos y decisiones y nuestro sistema de valores, muchas veces alejado de nuestra propia alma.  

El miedo, otro aliado del Sí Mismo. Miedo de perder pertenencia, miedo de dejar de ser aceptado, miedo a dejar de ser amado. Miedo y culpa pueden llevarnos a situaciones insoportables y de extrema tensión.  La tensión no es con el afuera sino con el adentro, ya que la gran lucha que se libra es entre aquello que aprendimos a ser y aquello que realmente somos.

 

Serenidad en medio del caos.

La esencia de la carta natal y de nuestro ser se encuentra en su centro vacío, es la vibración que genera las infinitas variaciones de la realidad. Conectando con ese centro (que no es “mío” ni soy “yo”) empezamos a vibrar con el Todo.

Comprometerse en un proceso de autoconocimiento a través de la carta natal, vale la pena. Es animarse a ir más allá de lo que creemos ser.

Hemos hablado de violencia, de lo doloroso que puede ser un proceso de individuación, del cuestionamiento de lo que somos y de los procesos de transformación profunda. Lo interesante es que cuando la conciencia está identificada con el yo y sus deseos, el sentimiento de alegría, paz y amor, está directamente relacionado a estos deseos. Pero cuando se puede hacer el salto a un nuevo nivel, el vivir situaciones difíciles y dolorosas no necesariamente está asociado a emociones negativas; uno puede estar atravesando las situaciones que propone la vida y al mismo tiempo sentir aceptación, paz, y amor, aunque el yo no esté del todo cómodo.

Tal vez la serenidad en medio del caos sea el mensaje del Alma que necesitamos para transitar estos procesos confiando en la Vida.