Por Alejandro Christian Luna. De la revista Uno Mismo. 2013.
Los historiadores nunca terminaron de ponerse de acuerdo acerca del nacimiento de la Astrología y en particular del Zodíaco con sus doce signos. Se piensa que su origen es mesopotámico o egipcio y que tiene casi 5.000 años de antigüedad. Atravesando milenios y culturas, el aporte de los caldeos y los griegos fue esencial para que nos lleguen las doce figuras tal como las conocemos hoy: Aries (el carnero), Tauro (el toro), Géminis (los gemelos humanos), Cáncer (el cangrejo), Leo (el león), Virgo (la virgen), Libra (la balanza), Escorpio (el escorpión), Sagitario (el centauro -mitad hombre mitad caballo-), Capricornio (la cabra montés), Acuario (el aguador) y Piscis (los peces).
Cuando decimos que tal persona es de Tauro por ejemplo, nos referimos a que en el momento de su nacimiento el Sol, visto desde la Tierra, transitaba por el signo del toro. Eso ocurre todos los años entre el 21 de abril y el 21 de mayo aproximadamente.
El Sol recorre en un año los 12 signos, focalizando secuencialmente las diferentes energias del Zodíaco. Según su etimología esta palabra proviene del griego Zodiakós -el camino de los animales- o -las casas de los animales-. De zoo, animal y diakós, camino u Oikos, casa. Otros especialistas dicen que viene de zodion más el sufijo kos, y significaría algo así como -concerniente a las imagenes de animales-.
Sea cual fuere el caso, es innegable la fuerza que tuvieron las figuras de los animales en las conciencias que sintonizaron con el lenguaje de la Astrología, tanto la occidental como la china; y con más razón en esta útima: los doce signos corresponden exclusivamente a animales y son: rata, buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro y cerdo.
¿Y que decir acerca de la palabra animal? Viene del latín animalis, un ser dotado de respiración o de soplo vital, de ánima. A su vez, ánima pasó a significar principio vital y luego alma. Como dice José Francisco Zamorano Abramson “si el alma o ánima es la vida que existe y fluye entre los seres animados (a diferencia de los inanimados), entonces todos los animales estamos provistos de alma, ya que todos los animales tenemos y compartimos un nivel de existencia anímica”.
Tótems y chamanes
En las sociedades primitivas había un rol importante para quien podía contactarse con las almas de los muertos y las almas de los animales; alguien que asesoraba en la caza, sabía de plantas, de medicina, de sueños y, fundamentalmente, iba y venía a través de las diferentes dimensiones de la realidad. Era el Shamán o chamán.
El chamán también daba identidad al clan y a las personas que lo integraban. Son conocidas algunas novelas que transcurren en esas épocas como “El Clan del Oso Cavernario” por ejemplo, o “La Tribu del Lobo”. Individualmente cada persona también tenía un animal de poder y de protección, y era función del chamán de la tribu contactar a la persona con su animal a través de una iniciación.
Tribus nativas de Canadá, entre otras, reconocian las cualidades de ciertos animales como el halcón, el oso o el pez, como atribuciones espirituales que operaban en cada clan y en cada persona. La afinidad existente entre un miembro del clan y su animal totémico no era una mera creencia sino un hecho psicológico, produciendo por ejemplo experiencias de caza mágico-telepáticas. El totemismo podía ser tanto una religión como una forma de organización político social.
Animales arriba, animales abajo, diría Hermes Trismegisto. Miles de años más tarde y de una forma para nada iniciática, muchos de nosotros nos seguimos identificando con algún animal de poder: el Cangrejo, el León, el Escorpión, etc. Acaso como una manera confusa de contactar con la presencia del alma…
Horizontes de sensibilidad
Chamanes, anima, alma. En el simbolismo astrológico estas palabras se relacionan fundamentalmente con el planeta Neptuno, regente de Piscis. Como se indicaba en anteriores artículos, son cualidades neptunianas la capacidad de resonancia, la máxima receptividad (por compasión o sensibilidad), la idealización, confusión, fantasía y engaño, los estados no ordinarios de conciencia, lo trascendente e inmaterial. Invita a la disolución de toda frontera a favor de la restauración de la totalidad. El tipo de sensibilidad neptuniana va más mucho más allá de la lunar, signada por la empatía personal y por el ansia de cuidado y protección.
Como vimos en la nota “Espirales evolutivas” publicada en julio de 2012, una misma energía puede manifestarse en formas regresivas o más evolucionadas. Resonancia compasiva o autoengaño y escapismo son dos niveles de Neptuno. A nivel colectivo o personal, el regente de Piscis también tiene que ver con el adormecimiento de la conciencia, el entumecimiento psíquico, la anestesia mental o la hipnosis colectiva. Acaso así pueda entenderse la extraña actitud de alguien que ama a su animal de compañía pero que disfruta de una corrida de toros.
Es más fácil cambiar nuestra manera de pensar que nuestra manera de sentir. Estamos tomados por condicionamientos perceptivos, sensitivos y cognitivos, un combo que nos hace responder de una manera predeterminada. Despertar de la siesta implica darse cuenta que nos movemos como zombis por la vida.
Neptuno puede indicar (a partir de la carta natal y generalizando un poco) hasta donde puede dar nuestra sensibilidad, entendida ésta como capacidad de registro. Es evidente que las plantas son sensibles a la luz y al agua principalmente, cosa que las rocas no tienen manera de registrar. Los animales responden a mayor cantidad de estímulos que las plantas, y aún así, la sensibilidad olfativa de los perros es mucho mayor que la de los humanos, así como nuestra vista es mejor que la de los rinocerontes.
Hay un mundo invisible allí afuera que comienza donde termina nuestro horizonte de sensibilidad. Hay aromas, sonidos, formas, sabores y sensaciones que no entran dentro de nuestro horizonte, debido a nuestra estructura biológica/mental y a nuestros condicionamientos culturales. Cosas que no existen para nosotros son una realidad indiscutible para otros organismos que poseen una sensibilidad diferente. La pregunta que surge es ¿existe en el ser humano la posibilidad de extender su horizonte de sensibilidad más allá de lo que él mismo cree? En Neptuno, Piscis y Casa XII podemos empezar a buscar la respuesta.
Casas animales
Dentro de la carta natal, las casas asociadas a los animales son la VI y la XII, análogas a Virgo y a Piscis respectivamente. En la casa VI podemos ver todo lo que tiene que ver con trabajo, servicio y salud; nos dice a través de qué energía puede uno brindar un servicio a la comunidad (o sea, a un sistema mayor que me incluye). La tradición astrológica relaciona la casa VI con los animales pequeños.
Aqui puede verse el vínculo que hay entre los animales y el servicio, pues desde siempre nos lo han prestado de una u otra manera. Perros que ayudan en la caza o en el arreo de rebaños, gatos que mantienen a raya otras “alimañas”, y en cierto sentido, el servicio que nos brindan al darnos los productos que consumimos habitualmente (huevos, miel, lácteos, pieles, carne, etc).
Los animales domésticos entran en la casa VI, su servicio es fundamentalmente psicológico y su efecto también se siente en nuestra salud. Según un estudio de la American Heart Association: “El poseer un animal como mascota puede traer efectos positivos en la salud humana. El descenso de la presión arterial alta y de los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre son efectos físicos positivos que puede traer el poseer un animal de compañía. La interacción social que involucra el tener una mascota ha demostrado una respuesta positiva al estrés mental, la depresión y los sentimientos de soledad, desembocando en una mejoría en la salud del poseedor. Asimismo, recientes estudios en el Japón muestran que las personas que sufren enfermedades crónicas y poseen mascotas (ya sea que estas tengan pelo, plumas o escamas) parecen tener corazones más saludables que quienes viven sin un animal de compañía”.
Quienes conviven con perros o gatos saben que muchas veces son ellos los que se enferman en lugar nuestro, son ellos los que ponen el cuerpo (y el alma) por nosotros y quienes muchas veces parecen cumplir un servicio de filtrado de energías negativas (algo que se dice sobre todo de los gatos). Los animales confortan, curan, evitan suicidios, son terapeutas y consejeros. (Si creen que exagero pueden leer el libro de Rupert Sheldrake De perros que saben que sus amos están camino de casa).
La casa opuesta a la VI es la XII, relacionada con Piscis. Es bastante compleja pero en principio tiene que ver con la conexión con el inconciente colectivo, muestra arquetipos internos potentes aunque de difícil identificación; espiritualidad, servicio desinteresado, encierros, enemigos ocultos, etc. La tradición relaciona esta casa con los animales grandes y los salvajes. Aqui entrarían los caballos, bueyes, elefantes, camellos, vacas, etc. También nos dan un servicio, pero ¿animales salvajes?.
Los antiguos seguramente intuyeron el carácter totémico de los animales salvajes y hoy los podemos relacionar con la casa XII del servicio transpersonal. Son un puente entre las inteligencias de la naturaleza con el Misterio que va más allá de ella; es la posibilidad chamánica que cada uno tiene de unir dimensiones diferentes, y así devolverle el alma al mundo…
Es que a partir de la Ilustración la naturaleza dejó de ser algo vivo y orgánico y pasó a ser algo mecánico y ciego, que existe para que nosotros -el pináculo de la evolución del Universo- nos aprovechemos de ella dominándola, explotándola, agrediéndola. El papel de la mujer y de los animales (representantes simbólicos de la naturaleza) no ha tenido mejor suerte. Estos últimos están siendo literalmente masacrados en este instante a lo largo y a lo ancho del planeta.
Mataderos escondidos en las afueras de las ciudades, inenarrables experimentos científicos, sanguinarias tradiciones culturales, inconciencia (y negación) acerca de lo que implica en términos de sufrimiento el alimentarnos como lo hacemos, maltratos, torturas, etc. hacen del nuestro un mundo cruel y desalmado.
Como afirmaba Schopenhauer en 1819: “Se podría decir, sin faltar a la verdad, que los seres humanos son los demonios de la Tierra y que los animales son las almas que esos demonios atormentan”.
Retomando el sendero
Pese al estado actual de la situación de los animales, habrán visto que cada vez se escucha con más fuerza la voz de aquellos que abogan por su bienestar. Son la voz de los que no tienen voz. Ambientalismo, proteccionismo, especismo, veganismo, vegetarianismo, permacultura, ética sensocéntrica, derecho animal, son valientes iniciativas que indican que ya hay muchas personas que han tomado conciencia y actúan al respecto.
Son maneras socialmente organizadas de acompañar la actitud humilde de quien pone un recipiente con agua para los perros de la calle, adopta un gato perdido o evita la pirotecnia en épocas de fiestas. Personas comunes que no tienen “mascotas” sino que comparten su vida con seres que sienten igual que ellos. Pues volviendo a el origen de las palabras, la etimología de mascota es “objeto, amuleto que da buena suerte a quien lo lleva”.
Las miles de personas (generalmente mujeres) que sin pedir nada donan su tiempo, salud y dinero a fin de colaborar y llevar adelante fundaciones bienestaristas, hogares de rescate, actividades de concientización, etc, son la contracara de los demonios de los que hablaba Schopenhauer. Son literalmente ángeles para los animales hambrientos, abandonados, heridos, maltratados y olvidados por la mayoría de nosotros.
Podemos decir que su horizonte de sensibilidad es mayor al de la mayoría. No ponen una frontera entre el humano y el animal, pues saben que si el otro siente tanto dolor como puedo sentir yo, y disfruta también como yo, ¿cual es la diferencia entre ambos?. Para ellos todo acto que haga sufrir a un ser sintiente es un acto criminal. Y despertar a esta sensibilidad no puede dejar de generar dolor. Un dolor que a su debido tiempo llevará a una maduración de la conciencia y a un crecimiento del alma.
El Zodíaco, en fin, nos remite también a esa conexión que tenemos con los animales, religando el Cielo con la Tierra, el Espíritu con la Naturaleza y el alma con el cuerpo. Nos conecta con la vitalidad y la sabiduría de nuestro cuerpo animal formando un puente (un sendero) hacia niveles de conciencia más sutiles, más inclusivos, más amorosos. ¡Que nuestros animales de poder nos acompañen en la travesía!.