Autores: Alejandro Christian Luna y Vanesa Maiorana.
Publicado en Revista Uno Mismo. Septiembre 2017

Astrología, un camino de autoconocimiento y sanación

Introducción

Hablamos de curación cuando ocurre una restauración de alguna parte dañada o desequilibrada del organismo, cuando remite alguna dolencia, cuando se detiene el avance de alguna enfermedad que afecta al cuerpo físico. También se puede referir a la restauración del equilibrio de alguna afección en el plano psicológico o mental.

Desde este punto de vista, uno podría preguntarse cómo se hace para lograr la curación a través de la Astrología. Y aquí es importante decir que no nos estamos refiriendo a curación, sino a sanación. 

La sanación tendría que ver con la ruptura o cambio en algún patrón que genera cierto desequilibrio o enfermedad, sea en el plano físico, emocional, mental o espiritual. La interpretación de la carta natal desde un punto de vista mental no alcanza para producir una sanación, ya que ésta, desde esa dimensión,  es solo una representación en un plano de dos dimensiones. La complejidad de un ser humano nos lleva a ver ese mapa en dos dimensiones  como un complejo multidimensional y es entrando allí, a través de las múltiples dimensiones que se despliegan desde esa carta, que podremos abarcar al Ser humano como un todo, sabiendo siempre que nunca podremos acceder a todas las dimensiones a la vez, y que el Ser se podrá ir desplegando a lo largo de toda la vida. 

La presencia de la persona, su historia, sus vivencias, sus emociones, sus pensamientos,  preocupaciones y miedos, las situaciones que le ocurren, los vínculos que entabla con otros, la energía que se constela en su presencia, los factores simbólicos que nos van guiando….todo eso va construyendo un todo en continuo movimiento y donde la información circula en múltiples niveles.

La profundización en la carta natal a través del lenguaje es lo que va habilitando movilizar la estructura, detectar dónde están esas repeticiones, descubrir los aspectos que la persona no puede reconocer o prefiere no ver de sí misma, observar aquellas preocupaciones que se va animando a desplegar y compartir porque necesita resolver. Ese intercambio a través del lenguaje, es lo que va abriendo la carta y nos va permitiendo conectar con las múltiples dimensiones y comenzar a movilizar estructuras.

Una pregunta que surge de este mapa multidimensional, puede movilizar todo el mundo emocional de la persona, a veces puede permitirle recordar algo, o de repente darse cuenta lo importante que era determinado hecho ocurrido en el pasado o que un trauma que parecía estar resuelto tiene una influencia directa en sus dificultades del presente.

La conciencia acerca de los patrones repetitivos o condicionantes es fundamental a la hora de intentar resolver los conflictos que nos aquejan. Pero como siempre decimos, tomar conciencia no se trata sólo de comprender mentalmente el problema o el patrón repetitivo. La información tiene que atravesar el cuerpo y movilizar el corazón. Y para que esto ocurra es necesario también haber llegado al límite de tolerancia de ese dolor.

Cuando algo nos duele demasiado, buscamos la sanación aunque ese proceso resulte también doloroso, porque sabemos que tocar el dolor de aquello que produjo la enfermedad resulta menos doloroso que la enfermedad misma. Ese punto de dolor es lo que moviliza el camino a la sanación. 

Lo mismo ocurre con el dolor de sentirse estancado en la vida en un sinsentido. Cuando el dolor de seguir allí es mayor que el dolor de salir, entonces podemos apropiarnos de todo el coraje necesario para enfrentar el cambio, que puede manifestarse incluso como un renacer completo. 

Qué es la Astrología

– Según Hegel lo que es bueno y lo que es malo, tocará a la historia demostrarlo. Lo que es sensato es lo que tiene posibilidad de sobrevivir.

– Es decir, que lo que sigue vivo es lo correcto.

– O al revés: lo correcto es lo que sigue vivo.

Jostein Gaarder, El mundo de Sofía.

La Astrología sigue viva desde hace unos 4.000 años, y por lo visto goza aún de muy buena salud. El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel diría que la Astrología tiene sentido, es sensata, y por eso sobrevive al paso de los milenios. Mientras los imperios nacen y caen, los continentes se mueven, las religiones aparecen y desaparecen y la humanidad evoluciona, la Astrología no sólo sobrevive, sino que se encuentra cada vez más creativa y vital. ¿Por qué?

Quizás porque como ninguna otra sabiduría conocida, ella tiene el potencial de ir mutando y actualizando minuto a minuto, sintonizando con las percepciones de cada momento de la conciencia humana. Porque la Astrología más que nada es una forma de percibir una realidad donde todo está interconectado, el adentro y el afuera, el cielo y la Tierra, yo y quienes me rodean, mis partes internas en luz y en sombra.

Creemos que en este nuevo milenio la percepción astrológica pasará a una nueva fase; una fase ligada a darnos cuenta de que somos seres funcionales a un todo mayor que nos trasciende y que nos saca de ese lugar tan importante que creemos tener en la estructura del mundo. Los humanos no somos tan especiales, yo no soy tan especial, no todo pasa por mi… es salir de la percepción egocéntrica de Leo para pasar a la percepción sistémica de Virgo, y así, abrirse a la visión holística de la Astrología.

El problema con el estudio de la Astrología fue que generalmente se la encaró desde un enfoque cognitivo y mental asociado a la predicción de eventos y la descripción de realidades pre-dadas. Otras veces se la utilizó para justificar las propias miserias y las de los demás y como método para controlar lo que pasa o puede pasar a partir de lo que “yo” quiero que pase. Esta manera de encarar la Astrología ya se nos revela insuficiente y frustrante, porque no se puede controlar el destino y mucho menos predecirlo, y 4000 años de fracasos al respecto debería enseñarnos que ya es tiempo de trascender esa egoica pretensión.

Si efectivamente la Astrología nos enseña la multidimensión de la realidad, tendremos que aprenderla desde lo holístico. Porque ella se “aprehende” con la mente y con el corazón, con el cuerpo y con el alma, desde lo individual y lo grupal, con el hemisferio cerebral derecho y con el izquierdo.

La Astrología siempre fue sistémica, sólo que ahora la conciencia de la humanidad parece preparada para aceptarla y desarrollarla. Cuando decimos holística, sistémica e integral, intentamos pensarla como un sistema fractal, generador de patrones en expansión espiralada. El Zodíaco por ejemplo, ese cinturón de figuras animales proyectadas sobre el cielo estrellado por donde vemos que el Sol hace su recorrido anual, es más bien una espiral que evoluciona desde el punto de vista del sentido y del significado. La Astrología no predice hechos concretos, pero sí alumbra el sentido que los hechos concretos pueden tener y que pueden ser diferentes para cada individuo o para uno mismo con el paso del tiempo.

Si entendemos a la Astrología como una percepción sistémico/fractal de la realidad, nos parece lógico que incluso este escrito tenga esa estructura. En los textos que siguen podrás ir y venir a tu gusto, no hace falta que se lea secuencialmente aunque así también se podría hacer. Cada título o concepto se vuelve a desplegar en temas que a su vez se retroalimentan y vinculan con otros que pueden estar más arriba o más abajo en el texto. La dificultad de la Astrología es que va más allá de las secuencias lógicas temporales que se dan incluso en el el pensar o el hablar. Nuestro lenguaje es necesariamente secuencial, va de un principio a un final, y el mismo cerebro está configurado así. Pero la Astrología es un lenguaje esférico, mandálico, espiral, que puede resultar confuso y repetitivo a veces, pero que también es vitalmente bello y creativo… como un fractal de la naturaleza.

Astrohología, hacia una Astrología Holística

La Astrología es una forma especial de percibir la realidad. El concepto de holismo nos lleva a pensar la carta natal como un todo compuesto de partes que interactúan y retroalimentan entre sí, pero donde no es predecible el funcionamiento del sistema total a través del estudio de las partes. El todo es más que la suma de las partes.

Lo holístico es casi un sinónimo de teoría de sistemas, sin embargo nosotros usamos esta palabra en una forma multidimensional. Para eso la esencia de la filosofía perenne puede ayudarnos, ya que ella desde antiguo diferencia entre niveles de realidad: materia, cuerpo, emociones, mente, alma y espíritu.

Para hacer Astrología con un enfoque holístico, no podemos quedarnos en el estudio mental/cognitivo de los factores astrológicos. Si consideramos la correspondencia arriba-abajo como una sincronicidad en la cual el ser que nace se corresponde con las energías que hay en el cielo en ese instante de nacimiento, estamos en un nivel simbólico que no es posible de comprender desde los niveles racionales, sino que ya requiere de la comprensión simbólica, y eso es un nivel de complejidad mayor que implica la alquimia entre ambos hemisferios del cerebro, es decir, requiere salir de los límites de la mente racional.

La internalización del conocimiento acerca de uno mismo que proviene de la carta natal, produce un cambio en la conciencia. Pero tenemos que tener en cuenta que el conocimiento al que nos referimos no es un conocimiento mental y de asociación de conceptos. Es necesario que ocurra un movimiento corporal/emocional como parte de la comprensión, e incluso es posible que aparezca una dimensión totalmente desconocida para la persona, que es su dimensión espiritual.

Cuando hacemos una lectura de carta natal con enfoque holístico, está en juego todo lo que sabemos acerca del estudio de cartas, pero también está presente la resonancia con el campo energético de la otra persona. Y allí es donde nos entregamos al fluir de nuestra experiencia, de la experiencia que proviene de dimensiones transpersonales (de la humanidad), de lo que estamos percibiendo y de lo que la persona que nos consulta está trayendo como temática. Si en ese fluir algo se moviliza, si la persona toma contacto con su Alma, si alguna emoción reprimida aflora, si se produce algún insight, será suficiente para que la consulta astrológica haya tenido sentido.

La concepción del ser humano como un campo vibratorio que está en continuo intercambio energético con todo lo que lo rodea (otros seres humanos, otras especies, el planeta Tierra, el Universo) nos está abriendo a la posibilidad de percibir también una nueva manera de concebir la Astrología. No es que el sistema solar haya cambiado, pero sí se está ampliando nuestra percepción acerca de él y aparecen nuevas relaciones entre los astros y nosotros.  Si bien la Astrología siempre tuvo que ver con la relación entre los astros y las entidades que encarnan en la Tierra, al complejizarse nuestra concepción del mundo, estamos necesitando expandir los límites de la Astrología y encontrar nuevas relaciones que siempre han existido, pero que se están concientizando gracias a las nuevas revelaciones acerca de nosotros mismos y del mundo.

Podemos observar una expansión hacia adentro y hacia afuera. Es decir, por un lado, nos damos cuenta de que nuestra psique es mucho más profunda de lo que se conocía en el pasado. Esta búsqueda profunda hacia adentro al mismo tiempo hace un movimiento hacia afuera. Cuanto más profundo vamos en la psique, más lejos llegamos hacia afuera, hacia lo que está más allá de nosotros mismos, hacia lo colectivo y al Universo.

Concretamente, estamos incluyendo diversos tipos de herramientas provenientes de las diferentes terapias holísticas, energéticas y corporales, en el estudio de la carta natal y especialmente en la enseñanza de la Astrología. El aprendizaje es integral, incluye todas las dimensiones de nuestro Ser.

La carta natal

Una de las herramientas básicas con la que trabajamos los astrólogos es la carta natal o carta astral. Es una representación gráfica bidimensional de cómo estaban los planetas en el cielo en el momento exacto de nacer; siendo una representación contextuada al lenguaje astrológico con sus signos, casas y aspectos. ¿Pero qué simboliza esa carta?

 Siendo muy sintéticos, existen dos enfoques al respecto. El primero pretende descubrir en ese dibujo vida, obra y destino posible del “nativo”. El otro enfoque -al que suscribimos- entiende este dibujo como un símbolo de cada ser, un mandala vivo donde podemos descubrir caminos, cosas para aprender y que nos muestra las múltiples direcciones a donde queramos ir, como si fuera un GPS sintonizado con el cosmos. Y descubro que es un mapa que muestra la red vincular (familia, amigos, sociedad, etc.) que también me constituye, así como me puedo descubrir en el mapa de los otros.

Una carta natal es un mandala, que tiene un centro sin forma y una periferia donde se manifiesta la forma de esa esencia. Todos los seres estamos constituidos por la misma esencia, por eso el centro vacío del mandala nos remite a la conciencia de que todos somos uno en un nivel sutil de la existencia. Pero cada uno de nosotros además tiene cualidades propias, es decir, diferentes dosis de las energías. Eso es lo que se observa en la periferia de la carta natal (planetas en signos y casas) y las relaciones entre estos factores (las líneas que vinculan planetas se llaman aspectos) y representan las tensiones o diálogos fluidos entre ellos.

Dos seres pueden tener exactamente la misma carta natal. Eso querría decir que energéticamente son lo mismo, pero la diferencia en la conciencia y en las condiciones de vida hace que ese mapa pueda revelar diferentes niveles de información (niveles del ser) a partir de su simbolismo. Lo mismo ocurrirá con los hermanos gemelos por ejemplo. La carta puede variar muy poco pero la manera en que recorra la vida cada consciencia no se puede saber de antemano viendo solamente la carta natal. Lo que sí permite este mapa es poder alinearnos con la riqueza que somos de maneras mucho más creativas y plenas.

Una carta natal puede verse como un plano en dos dimensiones pero éste no alcanzaría para representar la complejidad de las múltiples dimensiones del Ser, por lo tanto tenemos que ver a la carta natal como algo más que el mapa bidimensional.

El Zodíaco como estructura espiral

“La forma en la que la espiral del sistema solar se comunica con el código genético en cada núcleo celular es a través de la resonancia”. A. T. Mann

Si observamos la estructura del ADN, esa increíble molécula que contiene el código de la vida misma, podemos ver que consiste en una doble hélice interconectada que se desarrolla espiraladamente en el espacio y en el tiempo. Este patrón de desarrollo en espiral puede verse asiduamente en las formas que la naturaleza toma. Caracoles, nautilos, disposiciones de las semillas en el girasol, coliflores, telas de araña, piñas, remolinos marinos, tormentas, huracanes y hasta las más alejadas galaxias del universo adquieren esta forma que muchos llaman la curva de la vida.

A su vez, también se observa que la inteligencia-en-la-naturaleza va haciendo que ésta se complejice cada vez más, generando una holoarquía (jerarquía de holones) donde los más complejos abrazan a los más básicos y los más básicos son partes constitutivas de los más complejos (como en el caso de quarks, átomos, moléculas, células, etc.).

Esto sugiere que existe un patrón evolutivo que consiste en un desarrollo circular/espiral cada vez más amplio e integrador. El mismísimo Zodiaco tiene esta matriz, aunque casi siempre lo vemos dibujado en un papel y lo pensamos bidimensionalmente. Desde esta perspectiva decimos que comienza en Aries, termina en Piscis y vuelve a recomenzar en Aries, como si se tratara de una repetitiva calesita.

Pero la verdad es que la lógica del Zodíaco no es lineal sino mandálica, y se desarrolla en diferentes niveles, es decir, tridimensionalmente. Así, puede que Piscis sea antes que Aries y no después, o que haya un Aries mucho más evolucionado e integrado que un Piscis bien básico. Podemos pensarlo como un cilindro donde la energía va ascendiendo espiraladamente.

Esta ascensión circular se da tanto en el Zodíaco en sí (como fases consecutivas Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, etc.), como dentro de cada cualidad zodiacal particular. De esta manera hay Aries básicos o más integrados dentro de la misma cualidad ariana, Tauros más elementales o más evolucionados dentro de la espiral taurina, etc.

Por ejemplo, la cualidad ligada a Aries de creación, agresividad y deseo, puede encarnarse en el nivel instintivo en la figura de un matón de barrio, seguir subiendo por la espiral ariana hasta la figura de un emprendedor y llegando al arquetipo superior con la energía de “dios creador de mundos”. Los tres ejemplos son Aries, pero más o menos integrados/evolucionados según el caso.

Podríamos decir que el primer nivel es el nivel más primario, instintivo y narcisista (en términos psicológicos) de la energía, el segundo es el nivel egoicamente sano y operativo, y el tercer nivel es el más integrado, servicial e impersonal. En términos de Ken Wilber, el primero es prepersonal, donde la conciencia puede desarrollarse desde los condicionamientos primarios hacia un ego diferenciado e individual. El segundo es personal, donde se mueve el ego maduro; y el tercero es transpersonal, donde hay una trascendencia del yo personal, una apertura hacia lo sagrado y a los propósitos del alma. Podemos dividirlo en tres niveles para simplificar, pero en realidad se trata de un diapasón con infinidad de niveles intermedios.

Estudiar Astrología nos hace ver que es un error decir que hay un signo mejor que otro o que “los cancerianos son así…” por ejemplo. Las generalizaciones son peligrosas, y más teniendo en cuenta que la carta natal implica una mezcla (o síntesis) de energías muy diferentes. Ahora bien, ¿hay algún indicador en la carta natal que nos adelante si alguien puede ser una persona cruel o un amoroso curador (cualidades de Escorpio)? Definitivamente no. La distancia crueldad-curación sólo puede ser transitada por el nivel de conciencia de cada persona en particular.

La sinceridad con uno mismo, el trabajo con la sombra, la autoaceptación, la atención a nuestros vínculos, el reconocimiento con lo que nos ocurre, etc., son maneras de promover nuestra maduración psicológica y por lo tanto, movilizarnos por la espiral hacia mayores integraciones.

Así, desde la traza subatómica más infinitesimal hasta los cúmulos galácticos más complejos y masivos, un remolino espiralado de inteligencia lo atraviesa todo. Es verdad que a veces nos rodea el dolor, el sufrimiento y el sinsentido, pero ¿podemos llegar a sentir la presencia de esta amorosa inteligencia de la cual provenimos? Acaso la respuesta provenga desde otra dimensión de la espiral en la que estamos.

Lo que es adentro es afuera

En Astrología, el adentro y el afuera se corresponden entre sí. Lo que es adentro, es afuera… decimos. Y nos referimos a que todo aquello que “nos ocurre” y las personas con las que nos vinculamos, nos traen cosas de nosotros mismos. Esto no es un tema de egocentrismo, porque nosotros le ocurrimos también a los demás, llevamos en nuestro ser cosas que también son de ellos. Decimos que lo que nos ocurre es parte de nuestra estructura energética. Esta correspondencia adentro-afuera es tan profunda y amplia, que es digna de meditación, se trata de la base en la que nos paramos para describir la Astrología que “practicamos”.

Decíamos que la carta astral es un mapa donde está representado el mundo interno y el externo, el espacio psíquico interior y el espacio psíquico exterior; pero hay otra imagen que nos permite contactar con esta extraña dimensión en la que se mezcla lo interno y lo externo: la cinta de Moebius.

Esta cinta tiene un par de propiedades interesantes: 1) Sólo posee una cara: si coloreamos la superficie de una cinta de Moebius, comenzando por “una” de las caras, al final queda coloreada toda la cinta, por lo tanto, solamente tiene una cara y no tiene sentido hablar de cara interior y cara exterior. 2) Tiene un solo borde: se puede comprobar siguiendo el borde con un dedo, apreciando que se alcanza el punto de partida tras haber recorrido la totalidad del borde.

August Ferdinand Möbius demostró matemáticamente que lo interno y lo externo, el adentro y el afuera, son exactamente intercambiables. Como en la vida misma, las fronteras y los límites son imposiciones que les ponemos conciente o inconcientemente a todo aquello que percibimos; la realidad es holística y ya viene completa en si misma. Si seguimos con nuestro dedo las aparentes ambas caras de la cinta de Moebius, nos damos cuenta que siempre estuvimos tocando una misma y única cara.

Solamente si nos enfocamos en un sector acotado de la cinta observamos que tiene dos caras y dos bordes. Éstos se revelan como una misma cosa recién cuando tomamos en cuenta la totalidad de la cinta. Para una conciencia fragmentada (nuestro tipo de percepción habitual) la realidad aparece también fragmentada. Cuando la conciencia es más integral puede reconocerse en los hechos del destino, y así el mandala de la carta natal late libremente desde su centro vacío; es un soplo de eternidad que se condensa en ese ser particular, más allá de las identificaciones fragmentarias del Sol en tal signo, la Luna en tal otro, etc.

Cuando uno puede acompañar los acontecimientos que le ocurren sin disociarse de los hechos y hasta reconociéndose en ellos, comienza a aparecer el sentido y la pertinencia que tienen las experiencias por las que esta conciencia “individual” atraviesa.

Percibir la unidad en aquello que se nos aparece como dividido, implica un cambio en nuestra manera habitual de ver el mundo; vamos acercando las distancias internas y externas que tanto nos hacen sufrir y que también hacen sufrir a los demás. Permanecer en contacto es sentir que todo está hipervinculado y darse cuenta que, como en la cinta de Moebius y la carta natal, el adentro y el afuera siempre son una misma cosa.

Las dimensiones del Ser

Decimos que desde una conciencia holística, la forma de comprender la realidad tiene una estructura de fractal donde cada parte a su vez contiene al todo. Este todo que es el Ser, tiene dimensiones que podríamos analizar por separado para abordar su complejidad, y explorar de qué manera se vincula cada una de esas dimensiones con el todo. Intentaremos describir con palabras este fenómeno, aún cuando sabemos que el lenguaje escrito tiene limitaciones para lograrlo. Para comprender esta descripción es necesario que nos podamos abrir a una sensibilidad diferente y dejar que la información llegue a través de diferentes canales.

La Astrología describe con el simbolismo de los planetas estos diferentes canales. La matriz de los planetas es una estructura que se vinculan con otras estructuras (signos y casas) y a partir de ahí surge toda la complejidad y creatividad de lo que es Astrología.

Cada planeta va a ser una función específica dentro de la psique, que se corresponde a una cualidad, y cada uno simboliza diferentes cosas. Cada planeta tiene una función dentro de un sistema. Empezamos a entender que no hay signos mejores ni peores, tampoco hay planetas mejores ni peores sino que cada planeta tiene su función correspondiente que hace al sistema mayor. Y el sistema mayor es en términos psicológicos el desarrollo de una psique operativa, madura, sana.

Cada planeta va a tener una cualidad especial, un arquetipo correspondiente, una función concreta dentro de la psique de cada uno, y cada planeta puede objetivarse en algún tipo de persona, animales, objetos o experiencias. Es como que la misma cualidad del planeta se puede ver en forma abstracta, en forma más psicológica o como si fuese un objeto externo.

El cerebro va madurando de a poco, primero sólo son necesidades básicas (Luna), después va aprendiendo a comunicarse y a hablar (Mercurio), después a vincularse con otros (Venus). Después a expresar su ser (Sol), después se pone en el lugar de los demás y hay como una especie de maduración que está implícita en la estructura de los planetas. Porque los planetas básicamente son funciones intrapsíquicas.

El mundo emocional

En una carta natal, el mundo de las emociones es tenido en cuenta como uno de los factores principales de la persona. Estos tiene que ver con la función de la Luna y todos los factores afines. La Luna es la forma que ha tomado el mundo emocional primario, es esa cualidad que nos rodeará desde el inicio y se configurará como mecanismo de defensa en los primeros años, para ser llevado toda la vida en la mochila de los recursos que tenemos para responder a lo que nos va pasando. Y la palabra mochila está aquí usada en un doble sentido: es el lugar donde guardamos aquello que llevamos con nosotros y tenemos a mano, pero también a veces se vuelve un gran peso que en algún momento de la vida tendremos que soltar para poder seguir caminando.

La Luna en la carta natal muestra el mecanismo emocional básico que se configuró como supervivencia emocional desde el inicio de la vida. 

Sintonizando con la Luna….  

¿estoy reaccionando desde mi mecanismo infantil repetitivo? ¿me permito buscar otras formas de respuesta ante situaciones emocionales del presente? ¿registro mis necesidades emocionales y les hago lugar? ¿puedo cuidar de mí mismo/a y a otros?

El cuerpo emocional es el que tiene todas las heridas que se fueron acumulando a lo largo de la vida, e incluso desde la gestación. El trabajo con el mundo de las emociones y la comprensión de los mecanismos lunares es un aspecto fundamental de la sanación del Ser. La base emocional sobre la que se construye el Ser, debe ser sanada si hemos de recorrer nuestro propio camino en la vida y desplegar nuestra individualidad. Los mecanismos lunares son las respuestas automáticas e infantiles que construimos para asegurar nuestra supervivencia cuando era el tiempo de sobrevivir y construir la primera identidad. Pero luego esos mecanismos deberán ser revisados para resignificar las escenas infantiles, las heridas del niño o niña internos para comenzar a responder como adultos cuando nos hacemos responsables de la propia vida. Sanar el mundo emocional es bastante más complejo que comprender los mecanismos lunares, pero sabemos que es esta comprensión es un aspecto fundamental, que acompañado con terapias que profundizan en el cuerpo físico (donde están grabadas las heridas) y el cuerpo emocional pueden llevarnos a una sanación muy profunda que habilite nuevos caminos, creativos y vitales

¿Soy lo que creo ser?

El Sol tiene diferentes niveles de manifestación, por un lado representa al ego, la identidad construida, la sensación de ser “yo”. Por otro lado el Sol es un camino a la expresión de la chispa espiritual que somos. El Sol es el centro desde el cual irradiamos esa esencia y expresamos lo que somos y podremos llegar a ser. 

El Sol es también un generador de energía vital, es un centro unificador, un centro coherentizador de las demás funciones. Desde el Sol iremos irradiando lo que vamos siendo a través del tiempo, construyendo identidades que luego se irán diluyendo para dar lugar a nuevas. La conciencia de lo que somos va a ir cambiando y evolucionando.

Sintonizando con el Sol….

 ¿cómo y dónde me animo a desplegar mi vitalidad y autoexpresión? ¿Dónde busco coherencia en mi vida? ¿Cual es el aporte más genuino que puedo brindar al mundo desde mi individualidad?

El Sol es un proceso, es el camino hacia lo que Jung llamaba el Sí Mismo, una especie de identidad trascendente que nos tracciona hacia la integración y la unidad. Sanar es integrar la luz y la sombra, es decir, aquello que creemos que somos con lo que no sabemos que somos. Sanar es ir en busca de la plenitud reconociendo todos los aspectos del Ser, incluso aquellos que no aceptamos de nosotros mismos, dándoles lugar y expresándolos. El Sol es la luz del Espíritu. Por eso el Sol como centro organizador y como camino hacia la chispa del Espíritu que guiará el despliegue de nuestra individualidad. 

Palabra, pensamiento, lenguaje y comunicación 

El hablar humano codifica información en forma muy compleja. El lenguaje es un instrumento sensible y delicado, porque por su propia naturaleza divide, corta la realidad en fragmentos como si fuera una navaja; por lo tanto, también puede ser muy peligroso. Si somos conscientes de cómo el lenguaje formatea nuestros cerebros, los cerebros pueden ir más allá del lenguaje, más allá de la literalidad de las palabras. Y la percepción astrológica procura ir más allá del lenguaje, justamente porque es un lenguaje simbólico. La Astrología puede hacernos sentir la inmensidad y el misterio de quiénes somos y de lo que es la realidad, siempre y cuando nos dejemos atravesar por ella.

A través del lenguaje definimos cómo está compuesta la realidad, los fenómenos que ocurren en la naturaleza, intercambiamos este conocimiento y lo transmitimos/recibimos de otros. La comunicación no es sólo la transmisión de conocimientos e ideas a través de palabras sino que también es el puente entre el mundo de las emociones y la mente.

Por un lado la carta natal tiene esta dimensión de lenguaje y mente que podemos encontrar en Mercurio y sus factores análogos. Es una dimensión del ser que podemos tener en cuenta para observar cómo piensa y se comunica la persona, cómo tiende puentes, como conecta sus diferentes partes y con el afuera. 

Sintonizando con Mercurio…. 

¿la forma que tengo de pensar, mis modelos mentales, son míos realmente o están condicionados? ¿me permito cuestionar mis ideas y forma de pensar para dar lugar a nuevas formas? ¿estoy comunicandome desde mi ser más esencial? ¿puedo expresar mis emociones, ideas, pensamientos de una forma libre y despojada de la búsqueda de aceptación de los otros?  

La comprensión de la vida y nuestros procesos con una mente holística y abarcativa es profundamente sanadora. La Astrología es un camino que transforma las construcciones mentales que tenemos y de hecho nos lleva a transformar la manera de pensar y observar la realidad a la que estamos acostumbrados. Para poder comprender la vida desde la mirada astrológica, es necesario cambiar a una manera de observar a una forma simultánea y multidimensional, con conciencia de esencia y forma a la vez, con amplitud suficiente para tolerar informaciones contradictorias y ambiguas, saliendo del centro de observación del yo para ir hacia una visión sistémica sin un centro determinado. 

La vida es un camino que tiene sentido

La búsqueda de conocimiento trascendente y sentido de la vida es una dimensión fundamental para el despliegue del Ser. Cuando una persona encuentra sentido aún en las situaciones más difíciles de la vida, encuentra sentido a su labor en el mundo y encuentra sentido en su vida afectiva, puede atravesar situaciones de dolor, de conflicto, o de tristeza, pero las atraviesa con una actitud de aprendizaje y confianza en algo más allá de las situaciones concretas que vive.

Júpiter es la función de nuestra psique que es el vehículo hacia la búsqueda de sentido y confianza. Es la conexión con la fe y con el guía interno que sabe cuál es el camino del espíritu. Júpiter es la nave que nos lleva a ese lugar sagrado y elevado del Ser. Es la dirección hacia donde se dirige el alma, es el guía que conoce el camino, es la expansión de la conciencia que va cambiando de vibración y se va elevando a medida que se mueve entre el cielo y la tierra.

El despliegue de nuevas dimensiones de la conciencia cambia las vivencias que tenemos concretas en la vida. Cuando estamos atravesando situaciones dolorosas que no podemos comprender, cuando no encontramos la explicación a las dificultades que tenemos, o cuando nos sentimos perdidos en el camino, el contacto con Júpiter puede hacernos dar un salto cuántico en la comprensión o incluso un cambio total de las creencias. El cambio de creencias puede cambiar totalmente la base sobre la que se sostiene nuestra confianza en la vida.

Sintonizando con Júpiter…

¿encuentro cuáles son las cosas que le dan sentido a mi vida? ¿les doy lugar? ¿cuál es mi Verdad? ¿me animo a transitar el camino hacia mi Verdad? ¿confío en la abundancia de la vida? ¿puedo escuchar mi guía interno y conectar con mi sabiduría profunda?

Una persona que ha contactado con el sentido de su vida, podrá comprender las experiencias, incluso aquellas más dolorosas, con un sentido de aprendizaje y evolución. Esta comprensión más amplia, en contacto con el Alma, produce sin dudas sanación en los diferentes planos del Ser, física, emocional, mental y espiritual.  

Amarse a uno mismo para amar a otros 

En el universo propio simbolizado por nuestra carta natal, Venus nos dice de qué manera tendemos a relacionarnos con los demás, cómo nos abrimos al encuentro del otro, la capacidad de disfrutar de la vida y de la sexualidad, cómo buscamos belleza y qué cosas buscamos en los otros para sentirnos completos. 

Venus es la función a través de la cual podemos apreciar el valor. Aquello que valoramos en los demás es lo que buscamos en un otro que nos complemente. Este valor que buscamos en los otros también tiene que ver con el valor que podemos reconocer en nosotros. Si podemos valorarnos, podremos valorar a los demás. Si somos capaces de amarnos a nosotros mismos, podremos recibir el amor que otros nos dan y podremos amar a otros. 

Sintonizando con Venus ….

¿cuales son los placeres que más disfruto en la vida? ¿me puedo poner en el lugar del otro? ¿puedo reconocer mis valores personales? ¿qué valoran los demás de mí y qué valoro en ellos? ¿qué busco en la pareja? ¿dependo de alguien para estar bien conmigo, puedo vincularme sin perderme en el otro? ¿valoro la libertad de Ser dentro de un vínculo con otro? ¿qué es el amor para mí?

El trabajo con la energía de Venus tiene un rol fundamental en la sanación. Una persona que ha logrado tomar contacto con su verdadero valor, con sus cualidades, y con el amor que puede darse a sí misma, es alguien que vivirá libre de las dependencias de otros como dadores de amor y bienestar. Alguien que ha logrado valorarse y amarse también puede amar a otros. Este contacto es una fuente de plenitud donde no hay carencias de ningún tipo, porque ese amor y esa abundancia que provienen del interior, también vendrán desde el exterior como consecuencia. El disfrute del plano material también es un aspecto del aprendizaje de Venus, y cuando se ha podido tomar contacto con la fuente generadora dentro de cada uno de nosotros, la dependencia de los recursos materiales también será liberada. La persona que fluye en el amor y en su propia fuente, no necesita controlar ni depender, y recibirá siempre todo lo necesario. 

La valentía para vivir la vida

Marte (Ares para los griegos) representa la energía masculina de salida, lucha por la supervivencia, competitividad y arrojo. Es el guerrero que todos llevamos dentro, necesario para enfrentar los embates de la vida. Marte como regente de Aries es el deseo, el impulso y la iniciativa.

Marte indica las cualidades del “guerrero interior”, tanto en hombres como en mujeres. Mediante este guerrero interior, un persona se decidirá y actuará en pos de conquistar lo que quiere. La función principal de Marte es la de encontrar la autoafirmación. Autoafirmarse es tomar contacto con las propias cualidades y talentos que nos permiten tomar contacto con el poder interno. Allí donde nos sentimos con fuerza, es que podemos tomar valor para movernos hacia adelante, para salir de un estado de estancamiento, para ir por el deseo más genuino de vivir su propia vida. 

Sin dudas, para vivir la vida que queremos hace falta valentía. Apelar a nuestro guerrero interior es fundamental para recorrer el gran camino que vinimos a transitar. 

Sintonizando con Marte….

¿me estoy animando a jugarme por lo que deseo? ¿Qué acciones concretas estoy tomando para expresar mi potencial? ¿puedo contactar con las emociones que vienen de mis entrañas como el enojo y la impotencia? ¿qué hago con esas emociones? ¿puedo contacto con mi poder personal, con mis cualidades y talentos? ¿siento la fuerza que tengo para avanzar en la vida hacia mi propia realización? ¿dependo de las decisiones y acciones de los otros para moverme?

Tomar contacto con la propia fuerza, el poder personal, los recursos y talentos con los que contamos, nos da la suficiente valentía y coraje para ir por el deseo. Cuando ese deseo está alineado con el corazón, el camino estará repleto de acción, de satisfacción y sentido de dirección. Una semilla requiere de una fuerza extraordinaria potencia para romper la cáscara y salir al exterior. Será arriesgado porque la semilla que no abre tiene una protección, pero ésta no podrá desplegar su mayor potencial de convertirse en árbol. El camino a ser un árbol alto en busca del Sol requerirá de la valentía más grande del mundo para esa semilla: la valentía de Vivir. 

Echar raíces fuertes para madurar

El crecimiento requiere del desarrollo continuo de las diferentes funciones del cuerpo físico y psíquico. Crecer es difícil, porque requiere salir de la dependencia mamífera de un otro que nos cuide. Crecer implica hacerse responsable de sí mismo y de aquellos que dependen necesariamente de nosotros. Crecer nos enfrenta con los límites de la forma, de la materia, del cuerpo, de los demás, de la vida. Por eso crecer requiere necesariamente enfrentarse a la frustración de encontrarse atrapado en unos límites que no nos dejan movernos. Crecer requiere de una fuerza que muchas veces nos parecerá sobrehumana, para perseverar y sostener estados difíciles de vivir. Gracias a Saturno, podemos contactar con las cualidades de autososten, perseverancia, tolerancia y firmeza necesarias para crecer y madurar.  Saturno muestra muchas veces la cruda realidad de lo que Es, de lo que somos y de lo que son los otros. 

El primer representante de Saturno en la vida es el padre, aquel que nos puso límites, que nos sustentó, quien estableció las reglas, los mandatos, y como en todo proceso psíquico, implica primero una proyección para después una internalización. 

Estar sano en una sociedad enferma es rebelarse y desobedecer ciertas leyes que no son las propias. La introyección de Saturno tiene más que ver con encontrar la propia ley, la responsabilidad y el compromiso con esa ley y con la propia vida. Donde esté Saturno en la carta es el viaje que vamos a hacer de maduración, va a ser un lugar de la carta que va a requerir esfuerzo. 

Sintonizando con Saturno….

¿Eres responsable realmente de tu propia vida? ¿tiendes a buscar sostén en los demás? ¿cuál es tu verdadera esencia? ¿puedes comprender que los límites con los que te encuentras son el camino hacia tu crecimiento? ¿puedes reconocer que la frustración es el motor más grande para que puedas crecer?

La sanación es un proceso de maduración. Debemos ser responsables de nosotros mismos, hacernos cargo de nuestra propia vida, salir del lugar de reclamo infantil, y del lugar de víctima. Mientras sigamos dependiendo de nuestro lado infantil del niño o la niña que no sanó sus heridas y sigue reclamando, no podremos jamás construir, crear y vivir plenamente. El trabajo con Saturno es fundamental para sanar. Alguien que se deja caer en las garras de la dependencia de otros, de sus enfermedades, de sus desgracias y del destino, se está construyendo también su destino desgraciado. El destino se construye tomando las riendas de la propia vida. 

La libertad de ser

La vida es un continuo entre la búsqueda del cambio y la estabilidad. Si estuviéramos estáticos y no cambiáramos nunca, no podríamos desarrollarnos a través de las diferentes etapas de crecimiento y maduración. Si no buscáramos nunca la estabilidad, estaríamos en continuo cambio y nuestra psiquis estaría en estado de estrés, nada tendría continuidad, sentiríamos que nos volvemos locos.

El cambio está asociado a la creatividad. Para crear algo nuevo es necesario salir de lo conocido, salir de los patrones y los modelos instalados, romper estructuras establecidas.

El cambio y la creatividad son un pulso que nos atraviesa. El Universo es creativo, formas nuevas están continuamente creándose. La vida es un proceso creativo continuo, capaz de dar forma a miles y miles de especies y seres diferentes.

Todos somos diferentes aunque haya un patrón común. Cada uno de nosotros tiene la semilla única para ser desplegada a lo largo de la vida. Cada semilla tendrá la oportunidad de salir de la cáscara y crecer en su creatividad y su libertad.

La libertad está directamente asociada a la creatividad y a la capacidad de desplegar aquello único que vinimos a vivir. La libertad requiere salir de los patrones y condicionamientos, salir de las dependencias de todo aquello que atenta contra la posibilidad de vivir nuestra propia vida.

Urano es la función a través de la cual nos vemos atravesados por la creatividad de la vida. Esta fuerza transpersonal, es poderosa y normalmente será amenazante para la conciencia identificada con la búsqueda de la estabilidad. Cuanto más nos aferramos a las formas conocidas, más difícil es la vivencia de lo creativo, la posibilidad de vivir en libertad y la posibilidad de desplegar la individualidad. Todas estas maravillosas cualidades podrán ser desplegadas cuando podamos asumir la responsabilidad de nuestra propia vida. 

El trabajo interno con Urano es el gran desafío de dejar de controlarlo todo sin aferrarnos posesivamente a todo lo que hemos construido. El desapego es uno de los aprendizajes más difíciles para la parte más terrenal que vive en nuestro interior: el mamífero. El desapego trae libertad y creatividad. El proceso de sanación es el arte de ir desplegando el Ser que somos, un ser que al mismo tiempo tiene un potencial predado, y un potencial en continuo proceso de creación. Este arte requiere vivir cada instante con total estado de presencia, vivir en el Ahora, que es el único instante que realmente existe. 

Sintonizando con Urano…. 

¿en qué ámbito de mi vida necesito renovarme y hacer un cambio crucial? ¿en qué me siento libre, original y diferente a todos los demás? ¿soy libre del qué dirán, del debe ser, de la imagen hacia el afuera? ¿a qué me quiero rebelar? ¿de qué necesito liberarme para caminar mi propio camino? ¿me siento atrapado o siento libertad de movimiento? ¿puedo mostrarme tal como soy sin máscaras?

Morir, soltar, vivir y renacer

Nacer, morir y renacer es un proceso que se produce muchas veces en lo que llamamos “nuestra” vida. Visto desde la perspectiva de “nuestro” ser, la idea de que algo tiene que morir para dar lugar a algo nuevo, es aterradora. Porque no podemos dejar de relacionar el concepto de la muerte con el fin de la existencia. El miedo a morir proviene desde muy lejos, en el nacimiento mismo está la presencia de la muerte, ya que para poder salir al mundo debemos dejar atrás una vida en ciertas condiciones (el útero materno). La lucha por la supervivencia entra en conflicto con la posibilidad de renacer. Una parte de nosotros intentará mantenerse en el estado actual, mientras otra pulsará para soltar aquello que sabe que se terminó. Esta lucha genera un conflicto donde las fuerzas cada vez generan más tensión y la intensidad de la lucha se vuelve tan fuerte que nos lleva al encuentro con los límites. 

Este conflicto se produce tanto adentro como afuera de nosotros, es decir, sentimos un conflicto interior al mismo tiempo que algo en nuestros vínculos y entorno está en conflicto. Cuando el ego o el yo interviene fuertemente en esta lucha, el proceso se inunda de necesidad de controlarlo todo. Nuestra mente se interpone a las fuerzas vitales que pulsan desde el interior y que provienen de esencia de la Vida misma que circula en el Universo. Nuestra mente egoica cree que puede realmente decidir ese camino, pero la fuerza vital es tan potente que cuando la tensión sea máxima, toda fuerza controladora del ego se soltará inevitablemente dando lugar a la muerte de lo que ya no tiene fuerzas para seguir con vida. 

Cuando hablamos de este conflicto nos estamos refiriendo a muchos momentos de nuestra vida, en la que se presenta la oportunidad de renovar la energía y dejar que se inunde de vitalidad. Serán momentos de muerte, donde el miedo será tan fuerte como el deseo de nacer. El Universo es una fuente vital ilimitada en relación a la energía que cada uno de nosotros necesita para vivir. Plutón es la función también transpersonal, que representa ese volcán interior alineado a las fuerzas del cosmos, que nos transforma y nos ayuda a empezar de nuevo. Aprender a soltar seguramente será uno de los más difíciles y dolorosos desafíos de la vida, pero todo ese dolor será transformado en una fuente de potencia tan grande que cuando hayamos atravesado el proceso, sentiremos que tanto la vida como la muerte tienen verdadero sentido. 

Sintonizando con Plutón….

¿Puedo soltar el control, entregándome a lo que la Vida me presenta? ¿cuáles son las resistencias a soltar? ¿estoy aferrado por miedo a algo o a alguien? ¿puedo confiar en que hay una esencia que perdura más allá de la forma que tome mi vida? ¿puedo registrar las veces que morí y volví a nacer? ¿puedo tomar contacto con la potencia vital que trae el soltar? ¿en qué situaciones o ámbitos me siento completamente desvitalizado/a y en cuáles puedo percibir la vida que fluye sin límites a través mío? ¿puedo darme cuenta quiénes toma de mi y a quiénes yo les saco energía para seguir adelante?

Resonar con el Todo

“La resonancia es una comunicación vibracional sincronizada entre diferentes cuerpos que tienen patrones similares a través del tiempo y el espacio. Dado que todos los cuerpos en el universo están en continuo movimiento, hay resonancia por todas partes.”. A. T. Mann

Neptuno es otro de los planetas transpersonales cuya principal función es que podamos resonar con diferentes dimensiones de la realidad, una realidad que va mucho más allá de la que generalmente es experimentada por nuestros sentidos habituales. La energía neptuniana es de disolución de todo límite y de empatía con el Universo entero. Esta sensibilidad extrema que lleva a la mediumnidad y a la espiritualidad, es una energía profundamente amorosa. 

Neptuno ofrece una cualidad compasiva fundamental para expandir el horizonte de sensibilidad de lo humano. Es como decir que no pueden no comprometerse con el voto del bodhisattva. El bodhisattva no quiere la iluminación exclusivamente para sí mismo, sino para todos los demás seres sintientes. 

Sintonizando con Neptuno….  

¿Puedo comprender que todos estamos hechos de la misma sustancia? ¿Me permito dejarme atravesar por la información contradictoria de la vida? ¿Puedo ampliar los límites de mi mente y darme cuenta que soy parte de un Todo y que soy al mismo tiempo ese Todo? ¿Puedo dejar que mi mente se abra a nuevas formas de comprender la realidad?

¿Determinismo o libre albedrío?

Desde hace mucho se discute acerca de si la Astrología o la carta natal determinan lo que nos pasa o si por el contrario podemos tomar las decisiones que querramos, gracias a nuestro libre albedrío. La vieja frase que intenta zanjar la discusión es “los astros inclinan, pero no obligan”. Otra manera de verlo sería entendiendo que estamos condicionados por múltiples factores y aún así tenemos cierto grado de libertad. Por ejemplo alguien puede estar condicionado por ser mujer, medir 1,90 m y vivir en Nueva York. ¿Qué grado de condicionamiento tendría y qué podría hacer con eso?. De la misma forma, alguien podría nacer con el Sol en Libra, Marte en Leo y la Luna en Piscis por ejemplo. ¿Qué grado de condicionamiento tendría y qué podría hacer con eso?. Como en un juego de naipes, uno recibe ciertas cartas, pero las puede jugar de la manera que quiera. ¿Cantaré envido? ¿Gritaré quiero retruco? ¿O esta vez me iré al mazo?…

¿Qué es un ser humano?

Si preguntamos a un médico como se describe a un ser humano, seguramente nos hablará de los diferentes sistemas aparatos que conforman nuestro cuerpo y nos hablará de su funcionamiento , y de las posibles enfermedades que lo pueden aquejar cuando este cuerpo no funciona correctamente.  Si preguntamos a un psicólogo seguramente nos hablará del Ser humano como alguien que tiene emociones, con una mente donde ocurren procesos mentales, que se relaciona con el medio que lo rodea.

Si preguntamos a un sanador energético nos responderá que el ser humano es un campo energético, conectado a una fuente espiritual, que tiene bloqueos que provienen de traumas pasados e incluso de vidas anteriores, que está inmerso en un universo conectado, que intercambia energía con otros seres y que tiene un alma o una conexión con una dimensión que lo trasciende. Si preguntamos a un fanático de la cibernética nos dirá que el ser humano es una máquina de procesamiento que puede controlar a la naturaleza y a otras máquinas.

S preguntamos a un astrólogo, nos dirá que el ser está representado en ese mapa llamado carta natal, donde está simbólicamente codificada la estructura de ese ser que es una dinámica entre su identidad y su destino, sus vínculos y experiencias que tendrá que atravesar para vivir.

¿Quién de todos estos tendrá razón? ¿qué es un ser humano? ¿cómo se lo describe? ¿se lo puede conocer estudiando sus partes? ¿se puede comprender la vida de un ser humano?

Como todo lo que existe, no puede ser descrito si no es a través de abstracciones, es decir, mapas, conceptualizaciones, que no son aquello que se describe pero sí hace referencia y nos ayuda a comprenderlo. Para  construir mapas es necesario dejar de lado aquello que no es fundamental al objeto de estudio, dejando solo en el mapa aquello que necesita modelar para comprender la realidad o transmitirla.

Por eso no podremos encontrar una manera de describir al ser humano ni conocerlo en su totalidad. Pero sí podremos aproximarnos a su enorme complejidad y misterio. La Astrología es uno de los caminos a través de los cuales podemos aproximarnos a la comprensión del Ser, comprensión que incluirá el misterio que no puede comprenderse.

La comprensión de los sistemas vivos ya no puede realizarse a través de un estudio mecanicista donde se lo separa del resto del universo para ser estudiado. Un ser humano es una manifestación de las energías del sistema solar, y por lo tanto, lo contiene. La vida es una manifestación en forma de fractal, donde cada parte es a su vez el todo. Desde este punto de vista, una célula es una parte que contiene la información del Ser, un ser es una parte de un sistema mayor que lo contiene también. Un ser humano es una parte y contiene al sistema solar.

Estudiar lo que somos para comprendernos, considerando que somos una parte y todo a la vez, puede servirnos como marco para no perder de vista esta complejidad. Pero necesitamos dividir en partes por una cuestión didáctica. Por eso es que vamos a tratar de diferenciar las dimensiones de la existencia que se manifiestan en nosotros y les vamos a poner la lupa para comprender cómo la Astrología nos puede servir como una herramienta de autoconocimiento y sanación que puede acceder a todas las dimensiones del Ser.

Astrología: Un camino de transformación

En general, la Astrología y la carta natal no sirven al Ser sino que sirven al yo. Es decir, el yo (tan sólo un fragmento de Ser que somos) utiliza la increíble sabiduría de la Astrología para sus propio fines. Éstos son conocerse mejor, mejorar, vivir bien, tener relaciones más saludables, elegir opciones más convenientes, ser feliz, etc. Pero sólo es un fase de un proceso mayor; y algo muy positivo, después de todo. Si verdaderamente nos involucramos con la Astrología, está tendrá que ser trans-yoica, incluyendo niveles que están más allá de lo que el yo quiere y necesita. 

Entonces, ¿para qué involucrarte con la Astrología? El hacerlo te dará una chance que antes difícilmente tenías, y es la posibilidad de estar más atento, de sentirte más vital y más pleno existencialmente. No te dará seguridad ni garantías, pero acaso te entrenará en la delicia que es fluir con la energía y alinearte con las cualidades cambiantes del tiempo. Te dará aceptación con respecto a lo que vas siendo y lo que los demás son (pues son tu afuera), probablemente te hará menos idealista y te invitará a que se despliegue el potencial de tu Ser en sentidos que tu yo no tiene, por suerte, la menor idea.